Capítulo IX - La ira

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Capítulo IX – La ira


—¿Qué haces aquí? —preguntó Ulises, deteniéndose en medio del pasillo. El timbre de salida había sonado y él se había quedado unos minutos más en su aula para resolver algunos problemas matemáticos junto con el profesor Sabagh.

La mencionada giró su cabeza sin modificar su postura. Adaline tenía el hombro apoyado sobre el muro del pasillo interior de la universidad. Tuvo que quitarse los auriculares de la «cosita», para atender a su compañero.

—¿Qué hay, Uli? Tengo que cumplir «sentencia» hoy. —Señaló con un movimiento de su cabeza a la puerta a su lado, en la parte superior había un pequeño cartel dorado que decía: «Terapia conductual. Licenciada Barrientos».

—Ah, ya veo. Aunque eso es bueno. ¿No? Al menos no te expulsaron. Después de lo que hiciste no me extrañaría. El video de ustedes dos circula por todo el campus. Creo que incluso hay un blog dedicado a ustedes...

—¿Por qué no me sorprende? La gente es bastante metiche cuando quiere. En fin. Claro. La terapia es indudablemente mejor que una expulsión. De no ser porque tengo que aguantar poco más de cuarenta minutos junto a esa rubia idiota —Sus dedos acariciaron su flequillo con intención de apartarlos de su rostro—. Ya demasiado me tengo que aguantar la mañana entera con ella sin vomitar.

—Podría ser beneficioso, si lo piensas.

—¿Qué? —preguntó divertida—. ¿Crees que soltará algo que nos sirva con la investigación? ¿Después de la pelea que tuvimos? No. Estará más a la defensiva que nunca.

—Puede que sí, pero intenta averiguar algo. Quizás logremos conseguir un dato que nos sirva.

Ada negó con la cabeza.

—Dudo que logre gran cosa. Es una terapia de grupo —dijo ella volviendo a dar un cabezazo al aire para apuntar a un grupo de personas reunidas a lo largo del pasillo—. Tú eres mi carta principal en todo esto. Necesito que te acerques a ella de alguna manera.

—Lo sé. Estoy en eso, pero es que la verdad no sé cómo empezar. No quiero estropearlo al primer intento. Si fallo una sola vez, puede que no haya otra oportunidad.

—Está bien. Ya encontraremos la forma.

—A propósito. ¿Descubriste si ella tiene relación con lo que pasó en el puente?

La negativa de Ada fue clara y su gesto despectivo lo hacía todavía más obvio.

—No fue ella.

—¿Estás segura? Tenías todas tus fichas apuntándola...

—Lo sé. Estoy segura. Vino a mí directamente a confrontarme porque pensaba que yo había colocado la... —Chequeó de reojo a un par de alumnos que pasaron cerca de ellos—. Ya sabes. Eso.

—¿Pero y si lo hizo adrede? Esperando justamente que tú sacaras esta conclusión.

—Parece que sobrestimas su inteligencia. Pero no, estoy segura. Sus reacciones fueron muy genuinas. Ella no quería que a Daniel le pasara nada.

Ulises arrugó el entrecejo, pensativo.

—¿Y cómo supo ella que tú colocaste los huevos en el nido?

—Según ella me vio por el telescopio hablando con Daniel y también me vio colocando algo en su mochila. Su cabeza habrá hecho «1+1» y el resultado fue: Ada es una puta asesina.

—¿Y si alguien más te vio?

—No lo sé, Uli. Yo estaba casi segura de que nadie me estaba prestando atención cuando sacábamos la foto grupal.

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora