Capítulo XXXVIII - Milagro

63 8 3
                                    


Capítulo XXXVIII – Milagro


Emma corrió, atravesó el pasillo a toda velocidad, su hombro impactó con el filo de una viga atravesada en el muro, y siguió, impulsada por la adrenalina, sin pensar las consecuencias.

En los últimos tres pasos, Marc recuperó la posesión de la Beretta. Emma aceleró aún más y se lanzó hacia él. Ella lo rodeó con sus brazos tras el empujón para forzarlo a acompañarla, en un trayecto de ida vertiginoso hacia el abismo.

Emma sintió un fulgor repentino. Fue algo inmediato, instantáneo y de carácter sumamente agresivo y doloroso. Sintió el calor del disparo en su cuerpo, y sin poder hacer más que cerrar sus ojos y abandonar el terreno consciente, ambos golpearon al agua.

Zoey lo vio todo y acudió de inmediato para auxiliarla. Su cuerpo se sentía pesado, cada paso que daba era un significado nuevo de dolor que tenía que procesar y tolerar, pero su mente ya ni siquiera pensaba en ello.

Cuando el agua le llegó a la cintura y la corriente le empujaba con más fuerza, logró dar con el cuerpo de Emma. Trasladarla hacia la orilla de nuevo fue complicado y más agotador de lo que le hubiese gustado, pero logró hacerlo.

La recostó en una zona barriada y despejó los pedruscos más grandes para que no le hicieran daño. El estado de Emma era preocupante. No se movía en lo absoluto. Zoey tragó saliva y procedió a escuchar su respiración con un deseo pavoroso de que algo dentro de ese pequeño y maltratado cuerpo estuviese funcionando.

No escuchó nada y su mente se volvió un caos.

Tenía que ayudarla. Juntó las palmas en el pecho de Emma y empezó a empujar repetidas y cronometradas veces. Luego, le tapó la nariz, juntó sus labios con los de ella —unos labios extremadamente fríos—, y sopló.

Se separó, repitió, le tapó la nariz, juntó sus labios y volvió a soplar.

Nada...

Intentó de nuevo, pero el resultado fue el mismo. Su cuerpo empezó a temblar con la sola idea de que esta resolución que se empezó a manifestar en su mente se transformase en realidad. No podía perderla. Tenía que seguir.

Volvió a probar. Sopló y empujó su pecho con más energía. Le tapó la nariz, una vez más, y justo en el momento en que sus labios se encontraban en el punto antes del choque, Emma habló...

—Zo...

—¿Eh? —Zoey se apartó aterrada. Los ojos de la rubia seguían cerrados, pero su cabeza se movió ligeramente hacia su lado.

—No estoy... ahogada —dijo la rubia con un hilo de voz entrecortado, agotado y reseco—. Solo... —Inhaló, y cuando lo hizo, una mueca de dolor apareció en su rostro—. Tengo mucho sueño.

—Y-yo... ¡Lo siento! ¡Te juro que no te escuché respirar! Pensaba que...

—Me... duele... —Acompaño la frase con una tos espantosa al final.

—Carajo —Zoey no lo había notado. ¿Cómo había sido tan estúpida de no haberlo verificado antes? Ahora ya era tarde. Debajo de Emma había un charco de sangre que fluía entre las rocas y se mezclaba con el agua de la orilla—. ¡Me cago en...! ¡Y yo como idiota presionando...!

Zoey comprobó la procedencia de la herida. Era en la zona izquierda, cerca del abdomen y a pocos centímetros de la cadera. Necesitaba un tratamiento urgente. La pérdida de sangre era alarmante.

Zoey sintió una feroz presión apisonando su cabeza al completo. Emma tenía una chaqueta rosada echa jirones que vio conveniente utilizar en este momento. Se la quitó con extremo cuidado y la envolvió para presionar en la herida. De momento, no podía hacer más. Tenía que llevarla a cualquier centro médico con extrema celeridad.

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora