Capítulo XIII - Tour de muerte

57 9 0
                                    

Capítulo XIII – Tour de muerte


—¿Sabor a uva? —Se preguntó Brenda al contemplar el paquete de cigarros que Alain le había obsequiado a Emma—. ¿Los venden solo aquí? No los conocía.

—No lo sé. Es probable. —Brenda chequeó la marca de los cigarros—. Sí. Dicen que los fabrican en Blau. ¿Propiedad de Corporaciones Luxus? ¿Sabes qué? Creo que me suenan de haber visto alguna publicidad por la universidad.

—Vamos a probar —dijo Vane, encendiendo el suyo.

Las cuatro encendieron un cigarro cada una.

—Son un poco... raros —dijo Emma, dándole otra pitada—. Quizás es por la uva.

—Quizás son cigarros oscuros. Son fuertes —dijo Vane.

Todas volvieron a dar una pitada.

—A caballo regalado... —dijo Brenda.

—En fin, chiquita —Julia posó sus brazos en sus rodillas y se arrimó a la rubia con su sonrisa pícara de siempre—. ¿Qué pasó con Isaac? ¿Pudiste hablar con él?

—Sí, pero muy poco.

—Julia ya me lo contó todo —compartió Vane—. ¿Así que ese es el famoso «barman atractivo y simpático» del que me hablabas?

Emma sonrió.

—Sí, me sorprende haberlo visto. Creí que jamás me lo volvería a cruzar.

—Parece que será una noche interesante —añadió Brenda divertida—. ¿Alain o Isaac? ¿Quién quiere apostar?

—Alain —dijo Vane—. Ese cuerpo es ilegal para la vista.

—No, no, no, chiquitas —espetó Julia—. Isaac ya tiene una historia con ella. Él la rescató de la tormenta. Es el héroe.

—¿Y qué Leonard no hizo lo mismo? —preguntó Brenda—. Y mira cómo terminó. Yo opino como Vane. Hay que expandirse. Abrirse a nuevos caminos. Alain, cien por ciento.

—Wow. Esperen. Esperen. ¿Qué están insinuando? ¿Qué me borraré de nuestra salida de chicas para ir con algún chico? Jamás. Esta noche todas ustedes son mías. ¿Está claro?

Todas sonrieron incrédulas.

—Sí, claro.

—Cómo no...

—Bueno. Yo sí me borraré si encuentro alguien para pasar el rato —dijo Vanesa—. Aunque todavía no me decido si será hombre, mujer... ambos, o ninguno.

*****

La música penetraba por los oídos, ingresaba al cerebro, descendía hasta el corazón y hacía vibrar el cuerpo entero de los presentes en la fiesta.

Los vasos hasta el tope, recorriendo a lo largo y ancho de club Zero, viajaban en un circuito sin fin.

La comida gratuita consistía en una bandeja de pizza, distribuida por los camareros del establecimiento, a menudo, la bandeja contenía hasta cuatro pizzas apiladas para intentar contener los voraces estómagos de los adolescentes hambrientos.

La masa crujió entre sus dientes en el primer mordisco, una mezcla perfecta de sabores se presentó en su paladar, primero fue la salsa de tomate, una delicia perfectamente condimentada, para seguir con la mozzarella, exquisita, delicada... que se derritió entre su lengua para viajar por su garganta.

El gemido de placer al probarla fue inevitable.

Era algo que necesitaba hace un tiempo. Su garganta ya había ingerido bastante alcohol y su estómago casi no había probado bocado en toda la noche. Emma no se contuvo y tomó otra porción de la bandeja de la mesera, por si las dudas.

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora