Capítulo XXXII - Paradigma

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Capítulo XXXII – Paradigma


Despegó vuelo de su nido y agitó las alas a favor del viento. Recorrió destinos alejados, curioseando entre la maleza, y sopesando las copas de las palmeras y pinos. Pocas eran las veces que visitaba «el otro lado», más allá de su espacio seguro. Dónde los árboles eran más escasos y las criaturas gigantes se aglomeraban en figuras geométricas, inmensas, extravagantes y coloridas.

Su panza rozó el césped y su vuelo adquirió mucha velocidad, quizás demasiada, tuvo que hacer un giro brusco para evitar chocarse con una de esas enormes construcciones coloridas. Su mirada buscó un lugar de aterrizaje; había mucho movimiento a su alrededor, muchos gigantes deambulando. Necesitaba quietud y tranquilidad durante un momento.

Se asentó en algo que parecía un nido. No tenía las mismas características, era un poco duro, alargado, pero al menos estaba quieto. Tenía un apetitoso gusano largo enredado allí.

Era el gusano más largo que había visto jamás. Intentó, con su pequeño pico puntiagudo y curvo, llevárselo. Pero no podía. Estaba muy enredado en aquel extraño nido, pero eso no iba a detenerlo.

Zoey Fisher sintió algo que tironeaba de su cordón con insistencia.

Se encontraba reposada en la banca de la zona exterior de la universidad, bajo la sombra de unos bellos árboles. Tenía una pierna cruzada sobre su rodilla, los brazos extendidos a lo largo de la banca y la cabeza hacia atrás.

Usando su dedo índice, se quitó uno de sus auriculares, y descubrió, con toda la pereza que podía transmitir su mirada, que había una pequeña ave colorida picoteando su zapatilla.

Sin modificar su expresión, sacudió su pie y el ave salió volando, disparada hacia el cielo, zigzagueó y descendió en picada hacia su izquierda, para adentrarse al bosque.

Zoey lo persiguió con la mirada, divertida, hasta que su línea de visión llegó a alguien que se encontraba a una banca de distancia.

Sonrió, pausó la música y se dirigió hacia allá. Tomó asiento a su lado. Había una mujer empecinada en la lectura de su libro que rápidamente captó la presencia de la joven. Cerró el libro, pero mantuvo su dedo en medio para no perder la página.

—Inadaptada... —saludó la Licenciada Barrientos, divertida.

Zoey mostró los dientes en una sonrisa amplia.

—Profesora. ¿La interrumpo?

—Claro que me interrumpes. La pregunta es: ¿me molesta tu interrupción?

Zoey inclinó la cabeza.

—No me molesta, señorita Fisher.

—Cool... —dijo la oji azul—. No quiero robarle mucho tiempo. Quería disculparme. No la traté muy bien la última vez que nos vimos...

—¿Ah no? ¿Qué me hiciste? —preguntó la licenciada frunciendo el ceño, confundida.

—Bueno. La ignoré y pasé por su lado... fui bastante desubicada.

—Ah. Ni siquiera me acuerdo. Pero... —Entrecerró los ojos—. ¿Disculpa aceptada?

Zoey sonrió.

—Y también... quería agradecerle. Me enteré de que habló con el director para que «rompa las reglas» por mí. Gracias.

—Agradecimientos aceptados —sonrió ella—. Me alegro de que esté nuevamente en el campus. —La golpeó con su libro—. ¡No la cagues de nuevo!

Zoey echó una carcajada al aire.

—No le prometo nada.

—Y haces bien. ¿Cómo está el señor Rojas? ¿Fue a verlo?

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora