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Dando las 6:10 salieron el joven trainnie y el productor del estudio, se despidieron y Jimin emprendió su camino a casa a pie, decidió pasar por la tienda de Tae, no quería llegar temprano a una casa vacía y quien sabe, quizá hablar con Tae le ayudaría a organizar los pensamientos y sentimientos que se agolpaban como una maraña de hilo dentro de Jimin.

Al sonar la campanilla Tae giró sorprendido, por lo regular cerraba a las 6:30 pero ese día se adelantó media hora para hacer inventario, seguro había olvidado girar el letrero que decía cerrado, entonces se encontró con ese tierno cambiaforma que últimamente se había vuelto muy preciado para él, se acercó distraídamente a saludarlo cuando algo en el lenguaje corporal y el aura de su amigo anunciaba un dilema.

— ¿Jimin? ¿Estás bien? Pasa, siéntate, prepararé té — Tae se adelantó, podía ver al chico sonreír pero su mirada, su ojos parecían gritar que en cualquier momento se volverían mar.

Luego de sentarse y tomar a sorbos el té, Jimin se relajo un poco y comenzó a platicarle con lujo de detalles lo que pasó a Tae.

Tae lo escuchaba atento y veía con gusto como sólo con hablar el aura del chico se limpiaba un poco de la mancha gris que parecía expandirse, ahora apenas era del tamaño de una moneda, este chico le parecía fascinante.

Cuando describió sus formas animales, recordó una historia que solía contarle su tata de niño, Ying Yang, el equilibrio en el universo, unas almas destinadas nacían cada cien años, tan iguales, tan contrarios y se equilibraban perfectamente, su tarea era sólo esa, existir y encontrarse, pero de su unión dependía el equilibrio del universo pues decía la leyenda que de no quedar juntos, si uno negaba su cariño, el universo sufriría una ruptura y vendrían muchas calamidades y sufrimiento para el mundo.

¿Acaso su pequeño amigo podría ser el protagonista de tan fascinante destino?

Magia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora