36

101 13 6
                                    

Hoseok había pedido el día, estuvo investigando y convenció a Taehyung de comer en el parque central.

Tae preparó una canasta a modo de picnic, acomodo sandwiches, fruta picada, bebidas y algunos aperitivos para el y su lobito de crin, estaba emocionado porque hoy por fin se reconocerían en sus formas animales.

Cuando llegaron a un claro que les gustó cerca del lago, Hoseok extendió la manta plástica que llevaba y un par de frazadas, aún hacía calor de primavera pero a veces por las tardes el viento hacía de las suyas.

Agregó algunos detalles como un pequeño florero y un par de copas, un vino blanco y un plato con moras y bayas por si necesitaban recargar energías una vez estuvieran en forma animal.

Tae acomodó la canasta, charlaron un rato, ambos estaban nerviosos y algo tímidos, sería la primera vez que verían la forma animal del otro, ambos lo consideraban algo íntimo, ya no era común que los ciudadanos anduvieran mostrando sus formas alternas, siendo algo común sólo entre familias.

El primero en animarse fue Hoseok, quitó su saco y se lo dio a Tae, tomó la maleta de correa que llevaba y caminó a los vestidores donde retiró su ropa, la doblo y la guardó, tomó su forma animal, y salió con la maleta tomada de la correa con el ocico.

Al estar a unos pasos frente a Tae, soltó la maleta y busco su mirada, inseguro de la reacción del menor.

Una sonrisa tímida y dulce se dibujo en el rostro del espiritista, y extendió su mano, el lobo de crin se acercó hasta dejarse tocar — Eres hermoso Hobi, eres adorable — comenzó a acariciar su suave pelaje oscuro, y acercó su frente hasta la del animal, dejó un pequeño beso en su cabeza y le susurro — bien, sigo yo, ahora vuelvo.

Unos minutos Taehyung volvió de los vestidores, caminando torpemente con una bolsa de tela con estampado de flores donde había guardado su atuendo.

El zorro rojizo era notablemente de menor tamaño que el lobo de crin, ambos se movieron las colas y empezaron a dar brinquitos, se acercaron de a poco y comenzaron a olfatear sus ocicos, el mayor dejó un lengüetazo en la mejilla del zorrito, comenzaron a juguetear uno con el otro y correr y perseguirse, el mayor se tendía en el pasto mostrando su panzita y jugando con sus patas que tocaban al zorrito, este se recostó a su lado y mordisqueaba sus patitas.

Luego de un rato ambos canidos se recostaron uno al lado del otro, el mayor le acercó con la pata el plato que dejó con moras y bayas, y el zorrito empezó a comer, mientras el otro mordisqueaba sus orejitas, de pronto una masa peluda gris brincó encima de su comida y se revolvió entre las frazadas haciendose una bola que se movía incansablemente sin poder zafarse de las telas.

Un gran danés llegó corriendo ladrando, y ambos zorros miraron sorprendidos hacia las frazadas, Tae pudo notar un par de orejas largas y lo supo, corrió a ponerse delante del animal que era casi de su tamaño, aunque el chillido que emitía era más el de un cachorro, el lobo tardó un segundo en entender la intención del gran danés hasta notar su fuerte ladrido y gruñido dirigido a su pequeño zorro.

Reaccionó poniéndose al frente y gruñendo, la piel de su nuca se erizo y el lobo se encorvó dándole un aire amenazador y de apariencia más grande, el gran danés dio un último viztazo a las frazadas y bufó con hartez, y se retiró.

Llegaron un par de hombres con uniforme de seguridad, y les preguntaron si vieron una presa por ahí, no se dieron cuenta del movimiento en las frazadas y siguieron su camino.

El pequeño zorro olfateó la frazada y con la patita retiro un poco de la acolchonada tela, descubriendo un ociquito chato con una naricita que se movía respingona olfateando al zorrito, luego mostró los dientes y asomo sus ojitos oscuros mirando fijamente al otro a los ojos buscando cualquier intención de probable ataque, pero lo único que encontró fue una mirada de curiosidad.

El lobo de crin se acercó también y ayudó con el ocico a retirar las frazadas, era un gran conejo gris, estiró su pata y tocó la carita del zorrito, se acercó hacia él con ojos brillosos y sus orejas bajas pegadas a su nuca, y pareció reconocerlo, luego miró al lobo e hizo lo mismo, ambos zorros lo miraban curiosos al principio y esa curiosidad se transformó en sorpresa y luego en ternura, sus formas animales se reconocieron de inmediato como parte de un todo.

Juguetearon unos minutos, se lamieron el pelaje de sus cuellos y cuando captaron el olor de los hombres que habían buscado a la presa cerca de media hora antes, rápidamente cubrieron al conejo con las frazadas, y se recostaron a los costados protegiendo al conejo de ser descubierto.

El primero en ir a cambiarse fue Hoseok, cuando regresó mimo un poco al zorrito y le susurro — Ve amor, antes de que regresen.

Luego de unos minutos cuando regresó Taehyung, Hoseok le entregó el bulto de frazadas para que lo abrazara en lo que el recogía el picnic.

Tae acariciaba al pequeño cachorro conejo, este se dejaba mimar y lamía de vez en cuando los dedos del castaño que le miraba, embozando una sonrisa cuadrada hermosa, ese tipo de sonrisa que sólo dedica a las personas que más ama.

Hoseok tomó una foto, debía guardar ese momento, Tae se veía hermoso y ese gran conejo definitivamente había entrado a sus vidas de modo imprevisto.

Ambos caminaron de la mano, Tae cargaba escondido entre las frazadas al cachorro, una vez en el auto, dejaron al conejo en el asiento trasero.

— Oye, peque, ¿podrías transformarte? Necesitamos preguntarte un par de cosas — pregunta con voz tranquila Hoseok.

El conejo se encogió entre las telas escondiendo hasta sus orejas.

Tae soltó una risita — Ok, por lo menos señalanos donde está tu ropa —agregó Tae.

Una orejita se asomo y señaló hacia la derecha.

Ambos adultos sonrieron enternecidos, luego el mayor bajo del auto — ahora vuelvo.

Magia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora