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El último eslabón

Lo sabemos, ambos padres dijeron al unísono sorprendiendo al menor, "no tenemos problema con ello siempre que tú seas feliz" dijo su madre.
Su padre asentía silenciosamente.

Le contaron al menor como madre luna se había presentado ante ellos como una mujer anciana que iba de paso por la región y llegó a su restaurante una tarde en que no tenían muchos clientes por la lluvia que llevaba cayendo intermitentemente hace días.

Les contó una historia mientras tomaba sus alimentos y descansaba sus cansadas piernas en la barra quedando frente a la pareja, les habló de un pequeño qué la diosa Luna había enviado como regalo a una familia donde habían perdido las esperanzas pero deseaban con todas sus fuerzas un hijo, les dio a uno de sus hijos más queridos pues sabía que en ese hogar se le amaría incondicionalmente como ella le amaba.

Les contó que ese pequeño tenía una misión y que era parte de un amor poco convencional llenando a los padres de dudas y temores, pero madre luna los tranquilizó haciéndoles saber que su hijo sería amado y atesorado como ningún otro, que como padres ese era el mayor regalo, luego de eso les lleno de alegrías y abundancia en agradecimiento por cuidar a su hijo como propio.

Ambos señores Jeon le escuchaban atentos y sonrieron cuando les preguntó qué harían si fueran ellos los padres de este pequeño, a lo que la madre contestó sin dudar "estaría feliz de saberlo amado, y agradecida de haber podido ser su madre", el padre asintió en acuerdo extendiendole un pequeño cuenco con sus mejores cortes de carne a la mujer anciana.

"Sabía que así sería" dijo sonriendo la mujer mayor guiñendoles el ojo, cuando llegue el momento no lo olviden, y gracias por todo, pronunció sonriente mientras se desvanecía frente a ellos dejando un bonito aroma floral y algunas flores silvestres regadas donde estaba sentada comiendo segundos antes.

Los padres se quedaron boquiabiertos y pequeñas lágrimas recorrieron sus rostros.

Desde ese día, no ha faltado clientela en el restaurante de los Jeon, su familia fue bendecida con abundancia y desde que se corrió el rumor de haber sido visitados por la diosa siempre reciben visitas de gente que acudía a ver las flores que guardaba la señora Jeon en una vitrina cerrada, unas pequeñas flores que contraríaban con su existencia toda lógica al estar en una vitrina cerrada, sin agua, sin oxígeno y que nunca marchitaban.

El restaurante Jeon siempre tenía un bonito aroma floral inexplicable además del rico olor de su comida.

Hoseok y Taehyung sonreían con ojos vidriosos mientras veían como Jungkook era abrazado por sus padres, suspirando tranquilo porque ahora no tenía dudas, su único miedo era perder a sus padres cuando les hablara de su amor y ahora sabe que no será así y se siente libre para amar como él quiere, libre para ser amado por sus lunas y bendecido por sus padres terrenales y madre Luna.

"Gracias papás, Gracias madre luna" susurró feliz casi en un chillido el menor entre los brazos de sus papás.

El señor Jeon abrió sus ojos y extendió su brazo hacia Hoseok y Tae, invitándoles a unirse al abrazo y aceptandoles en su familia, con su bendición.

Pasaron el fin de semana con los padres de Jungkook y al despedirse, sus padres quedaron tranquilos pues se dieron cuenta que efectivamente como les había dicho la anciana, su hijo era amado, valorado y cuidado, no sólo por una persona sino dos, y su hijo se veía feliz.

Por su parte Hoseok y Taehyung se sintieron bienvenidos en la familia y eso alivió sus preocupaciones pues temían que todo pudiera salir mal y sabían cuanto amaba y extrañaba a su familia su Jungkookie.

Partieron con la promesa de volver seguido a visitarles.


Parece ser que todo se va a acomodando abu, le decía Tae en voz alta a la foto de su abu que tenía en su altar de amor, ese donde tenía sus tesoros más valorados rodeados de incienso, pétalos y bonitos pensamientos y afirmaciones, a veces mientras estaba en la tienda hablaba con su abu y su Tata como si aún estuvieran ahí con él, lo hacía sentirse aún conectado con ellas y le gustaba platicarles su día como cuando las visitaba para hacerles la cena o ayudarles en casa.

» Yoongi le pidió a Jiminie vivir juntos... Quizá sea el momento de que mis Lunas consideren el siguiente paso en la relación, de todos modos pasamos casi todo nuestro tiempo libre juntos... - pronunció pensativo con una sonrisa dulce recordando a sus amores.

» Uh, a Jinnie le ofrecieron su primer protagonico , creo se llama el astronauta, Joon está emocionado y por lo que sé también están planeando algo, ¿quizá compromiso? - se tomó su barbilla mientras veía pensativo por un momento el techo preguntándose que se traían los mayores del grupo entre manos, después volvió a seguir acomodando su área de lecturas.

» Estaba pensando en reacomodar los estantes para dejar fluir más energía, ¿qué opinan?...

Un fuerte golpe se escuchó en la tienda y Tae camino rápidamente a verificar si algo se había caído, la puerta no había sonado así que no podía ser alguien, o al menos eso creía, pero al salir vio a una mujer de pie junto a los amuletos, por un momento pensó que podría ser madre luna pero lo descartó pues ni había la sensación de paz ni el olor floral que la envolvía, se acercó cautelosamente pues pudo captar que no era alguien vivo, al menos no en el plano terrenal.

La mujer medio giro hacia él, y pudo reconocerla, parecía perdida y sus ojos llevaban una venda que los tapaba, era la chica del amarre, la que le hizo decidirse a Tae de evitar ese tipo de trabajos.

Sintió algo de tristeza al entender su presencia, significaba que había ocurrido el fin que el tanto temía, la naturaleza tóxica de ese vínculo terminó por menguar la energía de vida, quizá incluso por manos del hombre.

- ¿En qué puedo ayudarte? - Pronunció Tae sin poder disimular del todo la tristeza y un atisbo de culpa que lo embargó al reconocerla.

Ella se giró hacia su voz de inmediato, -Tú... - Tae tomó su amuleto protector e inició en su mente una oración de protección temiendo alguna maldición por parte del Espíritu frente a él.

- Tú... Él... Tenías razón... - terminó de pronunciar con esfuerzo y comenzó a sollozar, se llevó sus manos a las vendas y parecía tratar de quitarlas sin lograrlo - Tae asintió pensativo, sus ojos vidriosos, era obvio el final de la chica al observar su presencia espiritual, marcas en su cuerpo, tierra sobre su piel, pero, esa venda, ¿qué significaba?

- No sé donde estoy... - dijo abrazándose a sí misma, Tae tomó una vela de la estantería y encendió un sahumerio ceremonial, necesitaba que no se cortara la conexión o podría no recuperarla.

Se sentó y empezó a abrir sus canales concentrándose en la visión al frente y la escuchó, inició como un parloteo sin mucho orden, luego todo se calmo y pudo entender su historia -... por un tiempo me escondí, y todo parecía estar bien, incluso dejó de llamarme y conseguir mis nuevos números, pero un día saliendo del trabajo me encontró, se acercó y de pronto vi todo negro, después me desperté en una cajuela, no sé cuanto estuve ahí, intenté de todo para salir, sé que todo terminó en la cabaña de sus padres.

-Avisaré -respondió Tae, pero ella lo interrumpe - no, no es necesario, quiero pedirte algo... - le muestra una dirección y como escondió una llave en el marco de la ventana - no le dejes morir de hambre, fue mi único consuelo y no podría pagarle así, sonrió tristemente y un pequeño ladrido se escuchó en la tienda, Tae elevó una oración y vió la venda caer, los ojos de la chica estaban lastimados y tristes, pero su sonrisa era de franco agradecimiento y entonces se esfumó en un suave halo de luz.

El pequeño cambia zorro le envió un par de mensajes a sus lunas, quienes pasaron por él para dirigirse al pequeño poblado a un par de horas, llegaron a un departamento en un piso aparentemente solo, y cuando abrieron escucharon patitas correr hacia el fondo, Tae se transformó y buscó en su forma animal al que corrió hacia la habitación.

Encontró un cachorro pomeranian, negro con manchitas café y blanco en el pecho, lo miró con curiosidad antes sentarse al pie de la cama y dejarle acercarse, cuando lo hizo intercambiaron algunas olfateadas, y le hizo saber como le llamaba su dueña.

Unos cuantos minutos después, salió el zorrito cargando con su ociquito al cachorro, se lo entregó a Kookie y él se subió a los brazos de Hobi.

En el auto Tae se cambió, se colocó su ropa y llevó al pequeño Yeontan en su regazo, ahora tenía un nuevo compañero de cuarto.

Magia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora