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OLIVIA

Está claro que mi plan de olvidar a Alex no ha funcionado. El deseo de estar con él, de abrazarlo y de besarlo sin parar es más fuerte que cualquier otra cosa. Lo reconozco, porque avergonzarme no me va a servir de nada.

No tengo la fuerza de voluntad suficiente como para intentar alejarme de él.

Ver a Alex celoso, hablándole de esa forma a ese chico me ha encendido. Alex enfadado es una de las cosas que más me prenden y el que me haya cogido de esa forma no hace más que empeorar mis sentimientos.

Ahora ni siquiera sé si prefiero al Alex cariñoso o al celoso y cabreado.

Su lengua acaricia la mía con lujuria, mientras sus manos descienden hasta mi trasero para apretarlo con fuerza, consiguiendo que mi cuerpo quede mucho más pegado al suyo, haciéndome notar su excitación. Mis manos suben hacia su nuca y antes de separarlo, le doy un beso casto en sus labios.

Su respiración, al igual que la mía, está agitada. Tiene parte de mi pintalabios sobre sus labios y su pelo revuelto, ya que inconscientemente he tirado de él. Sé que le encanta que le haga eso, aunque no lo admita. Se limpia con el pulgar el resto de pintalabios y no puedo evitar volver a besarlo.

¿Por qué tiene que ser tan jodidamente sexy? Lo odio por eso.

–Me encanta que estés ebria, cielo, de verdad que sí, pero no estás en tus cinco sentidos y prefiero que me beses cuando esté seguro de que vas a recordarlo después.

–No estoy ebria –susurro cerca de sus labios. A pesar de la música fuerte, me escucha.

–¿Por qué has bebido tanto?

–¿Tengo que tener un motivo para beber?

He bebido tanto porque el idiota de Joseph ha conseguido ponerme celosa porque tú, mi pequeño niño estúpido de ojos raros estabas con otra mujer que no era yo, y...

... Y luego tiene la poca vergüenza de venir aquí y besarse conmigo.

Lo aparto de un empujón.

–¿Se puede saber qué haces? ¿Por qué me besas?

–¿Qué...? –me mira boquiabierto– Si me has besado tú.

–¿Y por qué lo permites? ¡Eres un capullo Haynes!

Camino hacia la barra, de repente sintiéndome furiosa, conmigo misma o con él, eso no importa. Necesito más alcohol. El alcohol es mi salvavidas en estos momentos, me vuelvo bipolar, sí, pero aumenta mi coraje.

–Olivia, ¿qué mierda te pasa? –ignoro a Alex, que se coloca a mi lado, colocando sus manos en mi cintura, acción que me excita y me provoca, lo que me hace pedir algo más fuerte– Creo que no deberías beber más.

–¿Quién crees que eres para darme órdenes? –coge una bocanada de aire, tomando paciencia.

–Te has puesto a la defensiva, y ni siquiera sé por qué.

–Tú sabrás lo que has hecho.

–No he hecho nada.

–Claro, y yo soy Lady Gaga –bromeo con el humor por los suelos.

Odio que mi cuerpo responda a sus caricias de esta manera, odio que esté tan cerca de mí y odio mis putas ganas por volver a besarlo y querer llevármelo al baño para estar a solas.

Él no siente lo mismo, y aún así me besa. Lo único que hace es confundirme, y entre toda esa confusión, mi corazón sufre y duele, porque al único chico al que quiero, le gusta jugar con mis sentimientos. Sé que he hecho mal al besarlo, pero él no me ha detenido, así que los dos somos igual de culpables, quizá yo tenga más culpa, pero siempre me voy a defender a mí misma antes que a los demás.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora