1

3.7K 117 15
                                    

OLIVIA

Recorro las calles de San Francisco, observando todo lo que me rodea con gran admiración, el puente tan característico que representa y con el que se hace conocida la ciudad se deja ver a lo lejos, creando una imagen perfecta ante mis ojos. El Golden Gate es una de las pocas construcciones que nunca me cansaré de apreciar, entre las que también se encuentra el glorioso puente de Brooklyn y el gran Empire State. Se hace notar mi orgullo de ser neoyorquina y es que, a pesar de haber visto estas dos últimas obras miles de veces, la emoción por volver a contemplarlas es la misma que la del primer día.

Ignorando mi fanatismo por el arte arquitectónico de Nueva York, me centro en el sentimiento de alegría que vibra por mi cuerpo al saber que al fin me encuentro en la ciudad que, desde que era pequeña, había soñado con visitar. Verme aquí, a segundos de comenzar una nueva vida, me hace estremecer de felicidad. Jamás me habría imaginado que esto podría hacerse realidad, o al menos, no tan pronto, a mis veintidós años de edad. Jamás me habría imaginado que tendría la oportunidad de elegir el lugar en el que quiero vivir. Aunque sea precipitado, la ilusión y el optimismo me impiden ver las partes negativas de la situación.

—Olivia —el tono molesto de Allyson me despierta de mi ensoñación. He estado tan alucinada observando la ciudad que he olvidado por completo que se encuentra a mi lado, tratando de explicarme algo que ni siquiera recuerdo. 

—¿Sí, Allyson? —Le muestro una sonrisa inocente.

—¿Has escuchado algo de lo que te acabo de decir?

—Por supuesto que sí —miento descaradamente, sin embargo, por la mirada incrédula con la que me mira, deduzco que no me ha creído—. Vale, no he escuchado nada, ¿decías...? 

—San Francisco es un lugar caro para vivir, Olivia, y es muy difícil encontrar trabajo, tendrás mucha suerte si consigues algo para ganarte la vida, pero al menos ya tienes un piso, confórmate con eso de momento —pongo mis ojos en blanco ante el patético intento de ánimo de mi amiga. 

—Sí, gracias de nuevo por dejar que me quede en tu piso. 

—Sí, sobre el piso —se ríe nerviosamente, señal de que algo no va del todo bien—. Hay algo importante que deberías saber sobre eso... —Dejo que Allyson continúe hablando mientras vuelvo a fijarme en la ciudad, poco preocupada de lo que me tiene que decir. 

Edificios altos, gente corriendo apresurada, otros caminando con lentitud, disfrutando de un café mañanero, los coches rodando por la carretera... Sigo sin poder descifrar qué es lo que más me atrae de esta ciudad, cómo, de todo Estados Unidos, es esta la que más me apasiona, la ciudad de mis sueños. Se supone que una persona que quiere empezar en el mundo del cine, debería comenzar en Hollywood, pero yo no comparto esa idea. 

Además, por lo que he oído, Los Ángeles no es una buena ciudad para vivir debido a la delincuencia y crímenes que hay en ciertas partes de la urbe. Al menos, es lo que me ha comentado mi madre, supongo que hacer que sienta miedo es su forma de asegurarse de que no iré y me pondré en un riesgo innecesario. Suele hablarme mal de las cosas que no le gustan para así no preocuparse de que vaya a hacer justo lo contrario a lo que me ha dicho, a pesar de que sabe que sé cuidar de mí misma. 

—Espero que no te suponga ningún problema. Se me olvidó comentártelo antes —Allyson me mira, esperando una respuesta de mi parte que tarda en llegar. Entreabro los labios, sin saber qué decir. De nuevo no he prestado atención a lo que me ha dicho. 

—No hay ningún problema. 

—Menos mal, por un segundo había pensado que te enfadarías —sonríe encantada—. ¿Has empezado a buscar trabajo o todavía no? 

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora