Como Una Estrella

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ALEXANDRE

Mi corazón late con fuerza contra mi pecho, inquieto y emocionado. Tanto tiempo esperando este momento, y cuando por fin parece llegar, los nervios tienen que llegar y estar presentes para joderme. El día de la exposición no estaba tan alterado como lo estoy ahora, aunque claro, antes no era consciente de la intensidad de mis sentimientos.

Olivia es la mujer de mi vida. Tengo que hacerlo. Ha llegado el momento. No sirve de nada estar nervioso.

–Cuando me fui del apartamento... –empiezo a hablar, llamando la atención de Olivia, que miraba con ilusión la puesta de sol– Pensé que no podría afectarme tanto dejarte, quiero decir, no en el término literal, porque nunca hemos estado juntos –suspiro, intentando tranquilizarme.

Me rasco la nuca, nervioso y miro fijamente las olas del mar, que rompen con fuerza sobre las rocas. No soporto su mirada, no puedo mirar directamente a sus preciosos ojos mieles, los mismos que ahora que me examinan con curiosidad y confusión.

–Lo que quiero decir es que... Siento cosas por ti, eso ya lo sabes, pero pensaba que mis sentimientos no eran algo fuera de lo normal. Te quiero, y siento la necesidad de estar contigo todo el tiempo, de besarte y abrazarte, supongo que como todas las personas quieren hacer con la persona de la que están enamorada, pero después de esta semana... He sentido mi mundo venirse abajo, todo lo que tanto había luchado por evitar me cayó encima y me hizo ver la realidad de una forma casi impactante.

La miro de reojo para ver su reacción. La culpabilidad se refleja en su rostro. Niego con la cabeza y la beso en los labios de inmediato, tratando de espantar ese sentimiento de su mente. No es ese el objetivo que tengo al contarle esto. Solo quiero sincerarme y hacerle ver lo mucho que la quiero.

–Todos estos años he estado luchando para evitar enamorarme, para no volver a confiar en nadie. Ya me habían fallado dos veces y no quería volver a caer en la misma piedra una tercera, sin embargo, evitarlo no sirvió para nada cuando tú, tus manías y tu personalidad se colaron en mi cabeza. Mi mente no dejaba de pensar en ti, a cada minuto, a cada hora, día y noche, trataba con todas mis fuerzas evitarlo e intentaba convencerme a mí mismo que la causa por la que me enfurecía tanto verte con Zach era por el odio que siento hacia él, pero como puedes ver, era una razón completamente diferente –acaricio su mejilla con mi pulgar, sonriendo con timidez–. Ver tu sonrisa cada día, escuchar el dulce sonido de tu risa y de tu voz, notar el brillo en tus ojos cuando hablas de lo que te encanta, la forma tan adorable que crea tu entrecejo cuando tu ceño se frunce... Son pequeños detalles que me empezaron a atraer de ti, y que como ves, aún sigo adorando.

–Alex... –intenta hablar, pero rápidamente la interrumpo.

–Pensé que lo que sentía por ti era algo normal, que mi amor por ti no sobrepasaba los límites de estar enamorado, pero de nuevo, me equivocada. Haber estado alejado de ti durante una semana, a pesar de haber estado tan enfadado, me ha hecho darme cuenta de que mis sentimientos hacia ti van más allá de lo que alguna vez podré sentir jamás –sonrío cuando veo el brillo en esos ojos mieles que tanto idolatro.

» Con una sonrisa, consigues que mi malhumor desaparezca, con una mirada, eres capaz de alterar mi corazón, con un roce, pones mi cuerpo a mil, con un abrazo, me demuestras lo puro que puede llegar a ser el amor, y con un beso, me haces ver las estrellas. Mi corazón late solo por ti, mi vida ha cobrado sentido gracias a ti. Has aparecido de casualidad y has salvado a un pobre chico que estaba sumido en la oscuridad. Has sido un preciado deseo en una estrella fugaz y has conseguido iluminar mi vida así como las estrellas iluminan el cielo cada noche.

Tomo su rostro entre mis manos, acariciando sus pómulos con delicadeza. Sostengo todo mi mundo con las palmas de mis manos, ante mí, tengo a la persona más importante en mi vida y a la que jamás quiero perder.