39

1.4K 78 6
                                    

ALEXANDRE

Olivia se separa de mí bruscamente, girándose para mirarme. Su rostro está ligeramente pálido y con la expresión que tiene parece que ha visto un fantasma. Recorre mi cuerpo con la mirada, y tras unos segundos sin ningún tipo de reacción, se abalanza sobre mí.

Me obliga a retroceder unos pasos, y tengo que sujetarla con fuerza de la cintura cuando enrolla sus piernas sobre mis caderas, para evitar que se caiga. Hundo mi rostro en su cuello, inhalando su dulce olor a fresa. La sensación de volver a casa me embriaga y me aferro a ella lo más que puedo.

–¿Qué haces aquí? Dijiste que... Me dijiste que tendrías que quedarte más tiempo –tartamudea. La dejo con cuidado en el suelo y la beso con cariño.

–Fue una pequeña mentira. La exposición fue muy bien y Abby consiguió convencer al galerista de la siguiente para poner fotos de San Francisco que aún no he publicado, así que no tengo que preocuparme de trabajar hasta una temporada –sonrío complacido al ver el brillo en sus ojos.

–Eso es genial.

Me fijo en su muñeca, donde luce la pulsera de oro blanco que le he regalado. Cojo su mano con suavidad, acariciando sus nudillos. Olivia nota mi mirada y al instante sus mejillas se tornan de un color rosado.

–Me ha encantado el regalo, pero no tenías por qué comprarme nada –me dice, abrazándome de nuevo.

–Quería hacerlo –acaricio su espalda desnuda con las yemas de mis dedos, ansiado por sentirla de nuevo–. Nick –lo saludo, notando su mirada fija en nosotros. Su boca se curva en una sonrisa.

–Hola cuñado, tanto tiempo sin verte.

–Espero que no me hayas robado patatas, sigo resentido contigo por eso.

–Te he traído diez bolsas de Nueva York, para compensarte –bromea, haciéndome reír.

–Tú sí que sabes ganarte mi cariño.

–¿No se supone que eres tú el que se tiene que ganar mi cariño?

–Tengo tu cariño desde el primer día que nos vimos –suelta una carcajada, asintiendo y dándome la razón.

–Lo tienes, pero, ¿tengo yo el tuyo? –entrecierro los ojos, esperando unos segundos antes de contestar. Siento la mirada de Olivia sobre mí.

–Puede –sonríe, satisfecho con la respuesta.

–¿Podemos irnos a casa? –me pregunta Olivia, llamando mi atención.

–Cielo, no sabes las ganas que tengo de llegar a casa y poder usar la cama –por supuesto que mi frase va con segundas–, pero tenemos que disfrutar de tu fiesta de cumpleaños –gruñe molesta, haciéndome reír–. Solo es una fiesta, no tienes por qué pensar que es por ti, además, están todos nuestros amigos, no podemos marcharnos cuando acabamos de llegar.

–Está bien, una hora y nos vamos –me dedica una mirada seductora, aumentando mis ansias por llegar a nuestro apartamento.

–Yo no era la única sorpresa –su ceño se frunce, formando esa expresión tan tierna y que tanto he echado de menos.

–¿Cuál es la otra?

–Yo –chilla mi prima a sus espaldas.

Olivia se gira sorprendida para mirar a Allyson, aunque por supuesto que no ha estado tan sorprendida como lo ha estado al verme a mí. Soy su novio, soy más importante.

–Pensaba que no podría verte hasta mañana.

–Era una pequeña mentira –Allyson sonríe victoriosa. Nuestro plan ha salido bien–. He venido con Alex en el avión, él ha pagado mi billete –Olivia me mira con una sonrisa de boca cerrada, me encojo de hombros, restándole importancia a algo tan simple como eso.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora