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ALEXANDER

Llevo más de una puta hora buscando a Olivia. Necesitaba relajarme para evitar seguir siendo un capullo con ella, y para eso necesitaba alejarme. Cuando estoy enfadado tengo que estar solo, tengo que pensar y cuando Liv está a mi lado consigue alterarme de una forma que me molesta. No sé por qué el hecho de estar a su lado ya me pone nervioso.

Soy consciente de que tengo un temperamento delicado, de que todo me enfada con demasiada facilidad, y de verdad que intento controlarme, pero las cosas que me pasan no hacen más que empeorarlo, y ver a Olivia con el idiota de Zach Newell es una de las muchas cosas que me enfurecen.

–¿Qué hacéis los dos juntos? ¿Desde cuándo se conocéis? –me coloco en frente de ambos y fulmino con la mirada al idiota.

–¿Puedo preguntar qué te importa? –Liv salta a la defensiva. Respiro hondo. Esta mujer es tan jodidamente difícil.

–Zach es un mujeriego, no te conviene estar cerca de él, te utilizará y luego te mandará a paseo –ignoro la mirada incrédula de Olivia.

–Eres consciente de que tú también lo eres, ¿verdad? –se está riendo. De mí. En mi jodida cara. ¿Quién se cree que es?

– Yo lo soy porque una chica como tú me ha obligado a serlo, él lo es por naturaleza.

–Espera, ¿de qué se conocéis vosotros dos? –miro a Zach. No parece nada ofendido de lo que he dicho, incluso parece orgulloso, y eso me jode.

Espero que Olivia no sea tan estúpida como para enrollarse con alguien como él.

–Él es mi compañero de apartamento –suspira resignada, como si respirar cerca de mí ya la cabreara.

–¿Él es el idiota? –Zach suelta una carcajada, consiguiendo otra mirada de odio de mi parte.

–¿Qué? Sabes de sobra que lo eres –se defiende ella. Pongo los ojos en blanco y la agarro del brazo para levantarla, aunque se resiste, pero mi fuerza es superior a la suya.

–Vámonos a casa, ya es muy tarde.

–Ni de coña, no pienso irme todavía –claro que va a irse.

–Todavía es temprano Alex –Zach se levanta también y pasa su brazo por sus hombros, alejándola de mí–. ¿Por qué no jugamos a un juego? Así nos relajamos, aunque tendré que llamar a unos amigos, los tres solos será muy aburrido.

–¿A qué vamos a jugar?

–A verdad o reto.

Olivia frunce el ceño, lo que me hace sonreír y querer pasar mi dedo por su entrecejo para tratar de suavizarlo. Es adorable verla así, cuanto antes lo acepte, mejor.

Es extraño que ella sea capaz de mostrar mi lado más furioso, pero también mi lado más tierno y cursi. Yo no soy romántico y mucho menos tierno.

–¿Eso no es un poco infantil?

–No de la forma que nosotros lo jugamos. Vamos –Zach comienza a andar, sin fijarse en que ni ella ni yo lo estamos siguiendo, ambos intercambiamos una mirada extraña.

–Zach es una mala influencia para ti –repito, por si no le ha quedado claro.

–Dice el que me trae a una fiesta y luego me abandona –habla con sarcasmo. Me jode la punzada de culpabilidad que siento cuando noto la tristeza en su voz.

Reparo en lo que he hecho. La he dejado sola en su primera fiesta en San Francisco, una fiesta a la que yo mismo he insistido en que viniera para celebrar su nuevo trabajo y la he dejado tirada.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora