Epílogo

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ALEXANDRE

Tres meses después...

La exposición de mi nueva colección de fotos ha salido justo como esperaba. Abby está más que satisfecha y yo no puedo estar más feliz.

Últimamente he estado más ocupado de lo normal por temas de trabajo, lo que me ha servido de ayuda para evitar pensar demasiado en Olivia. Mis fotos se han hecho mucho más reconocidas, mis dibujos tienen compradores por todo Estados Unidos, incluso por algunos países de Europa, que apuestan por tenerlos, las exposiciones que hago tienen éxito y mi cara y nombre han empezado a salir en todos los periódicos y noticias.

"Alexandre Haynes, un fotógrafo exitoso"

No es esa la frase con la que suelen anunciarme y describirme, pero deberían tenerla en cuenta. Al fin y al cabo, razón no me falta, soy muy exitoso, Liv me lo dice, y si ella lo dice es que es verdad.

–Ahora que estoy libre de contratos y no tengo que exponer ninguna otra colección, me gustaría que realizaras unos trámites por mí –le comunico a Abby cuando entra en mi despacho.

Así es, despacho. He tenido la iniciativa de crear un estudio de fotografía, donde personas de todas las edades pueden tener una formación especializada en el arte de la fotografía, o del dibujo. Los estudios que se imparten son superiores, es decir, tienen el mismo nivel que los universitarios, y también damos la oportunidad de estudiar Comunicación Audiovisual y Bellas Artes.

El éxito de mi estudio se debe a que para poder estudiar no hace falta pagar tanto dinero como se pagaría para ir a la universidad, y ofrezco la posibilidad de tener unas prácticas y luego un trabajo.

–¿Qué trámites debo hacerte?

–Me mudo a Nueva York –enarca una ceja, mirándome con incredulidad.

Así es. Me mudo a Nueva York. Hace aproximadamente dos semanas, Liv se puso en contacto de nuevo para hacerme saber que su tiempo de reflexión ha finalizado. Ambos llegamos a la conclusión de que queríamos volver, y, bueno, el amor ha hecho el resto. Oficialmente, Olivia y yo somos pareja. Hemos tardado dos meses y medio en darnos cuenta de ello, pero la espera ha merecido la pena. Al menos, este tiempo separados me ha servido de mucho para aprender a convivir por mi cuenta, a no depender de ella para realizar mis trabajos. Me ha servido de mucho para reflexionar y también para darme cuenta de que Liv es, definitivamente, la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida. Después de tres meses, volveré a verla.

–¿Te mudas? ¿Y qué pasa con tu trabajo? ¿Con el estudio? ¿Quién se va a encargar de dirigir la galería de arte que compraste la semana pasada? No puedes mudarte ahora, es un mal momento.

–Joseph se encargará de dirigir el estudio y tú de la galería, tienes experiencia con eso –suelta un largo suspiro, pensando en la situación–. Vendré una vez al mes a revisar que todo va bien. Olivia y yo vamos a formar una familia, tendremos una niña dentro de cuatro meses y necesita estabilidad.

–Dame dos horas.

Sonrío satisfecho y dejo mi trabajo para ir a mi apartamento. Olivia no sabe nada acerca de mis planes. Recuerdo que me comentó que quería mudarse a Nueva York y yo fingí desinterés sobre su idea, solo para que la sorpresa sea aún mayor. La idea de mudarnos allí me parece más que bien, y entiendo sus motivos.

A Olivia aún le queda un año y medio en Nueva York, quiere vivir ahí para estar más cerca de su familia y odia volar, motivo por el que se ha negado a venir a San Francisco unos días para estar conmigo, cosa que entiendo, debe de ser incómodo volar en avión durante horas, embarazada de cinco meses y con pánico a las alturas.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora