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OLIVIA

No sé qué tienen los tatuajes para que llamen tanto la atención. Es algo que está muy de moda ahora, pero no entiendo el motivo. No es algo que a mí me apasione, o que me parezca bonito, la simple idea de tener que hacerte daño para tener como resultado un dibujo hecho a tinta en tu piel me pone enferma. Tengo amigos en Nueva York con tatuajes y, por lo que me han comentado, la sensación de la aguja en la piel es similar a la de miles de abejas picándote, al parecer, no es una sensación extremadamente dolorosa, sino adictiva, pero, aún así, sigo sin entender cómo la gente es capaz de aguantar horas y horas tatuándose sin llegar al cansancio. Incluso yo, con el simple hecho de estar sentada en una silla, viendo la aguja rozar la piel de Alex, me he cansado.

–¿Te ha dolido? –le pregunto a Alex cuando se baja de la camilla de un salto, satisfecho por el resultado.

–Ni un poco –responde orgulloso.

Creo que yo he sufrido más que él. Lo he mirado varias veces en la hora y media que ha tardado el tatuador en hacer el tatuaje, y ninguna de las veces que lo he mirado, tenía una mueca de dolor en la boca. Su rostro estaba serio, como si no sintiera nada.

Alex se ha tatuado el antebrazo. Su tatuaje no tiene un tema fijo, tiene diferentes dibujos, flores, ornamentos de fondo y demás, al estilo neotradicional. El tatuador ha combinado trazos gruesos y finos y ha usado los colores básicos, pero se aplican por toda la obra creando sombras y degradados magníficos. Honestamente, el resultado me ha encantado.

–¿De verdad? –asiente, sonriendo ante mi falta de experiencia.

He estado toda la última hora haciéndole preguntas, y él las ha respondido todas sin molestarse. No he visto ningún rastro del Alex egocéntrico desde que salimos de casa, y eso me gusta, al menos no me ha mandado a la mierda por hacerle tantas preguntas, cosa que esperaba que hiciera. Supongo que eso es un avance en nuestra extraña relación.

Mientras Alex habla con el chico, me fijo de nuevo en su brazo. Tengo curiosidad por saber el motivo por el que se ha hecho ese tatuaje en concreto, aunque no creo que le haga falta tener un motivo para tatuarse, ha podido hacérselo simplemente porque le gusta. Tengo que admitir que el tatuaje es muy bonito, algo así merece la pena después de la hora y media que ha tenido que permanecer sentado y sin poder moverse, soportando un dolor que, según él, no ha sentido.

–¿Por qué no te haces tú uno?

–¿Tengo que recordarte que me dan pánico las agujas?

–Hay zonas que no duelen, debes elegir una zona donde no haya tanto hueso, en las costillas o en la columna duele bastante, o en el cuello –subo mi mirada hacia su cuello, donde como imaginé, tiene un tatuaje de una frase escrita en vertical, que comienza justo debajo de la oreja y acaba en el cuello. Me sorprende no ver una cruz pequeña tatuada justo en esa zona, es lo que más se lleva ahora, casi todos los chicos en los que me fijo, tienen una.

¿Cómo es que no vi ese tatuaje cuando lo tuve desnudo delante de mí?

–¿Tienes más tatuajes?

–Todavía no.

–¿Te has hecho el del cuello recientemente?– formulo la pregunta que ronda en mi mente.

–No. Lo hice hace un par de años. ¿Por qué la pregunta?

–No lo vi cuando te paseaste desnudo por la casa. Debe ser más visible cuando no llevas sudadera.

–Bueno, estabas centrada en otra cosa más abajo –siento mis mejillas ruborizarse al recordarlo. Me fijé en su espalda y músculos. Me fue imposible no mirarlo–. No importa, estoy acostumbrado a esa reacción, es algo digno de ver.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora