44

1K 60 6
                                    

ALEXANDRE

Me marcho furioso del apartamento. Mis pensamientos ahora mismo no son racionales, así que no me molesto en analizar si todo lo que he dicho en este estado lo he dicho porque de verdad lo pensaba o porque la idea de estar tan alejado de Olivia me haya afectado demasiado.

Tuve que soportar estar lejos de ella durante dos semanas. Las dos peores semanas de mi vida, porque no me puedo quitar a esa maldita chica de mi cabeza. No me quiero imaginar lo que será tener que estar dos malditos años alejados, por muchas visitas que nos hagamos mutuamente, las despedidas serán cada vez peores, la confianza se acabará yendo a la mierda y la gente se suele aprovechar de nuestra soledad para terminar embaucándonos.

Sé que Olivia no sería capaz de hacer nada con otra persona, pero hay muchas cosas que se pueden hacer en un momento de desesperación, y estar tan lejos de mí solo confirma mi teoría de que tarde o temprano acabaremos rompiendo, así que prefiero ahorrarme el sufrimiento terminando con esto de una vez, por mucho que duela.

Todavía no he tenido el valor de hacerlo, casi lo hago, pero haber mirado el dolor reflejado en los ojos de Olivia me ha detenido, lo que me ha enfurecido aún más.

No quiero perderla, no quiero perder lo único bueno que hay en mi vida. La necesito tanto como el aire para respirar, pero ella va a dejarme. Ella me va a abandonar.

Una parte de mí siempre ha sabido que esto acabaría pasando. Todo era demasiado bonito para ser cierto.

Después del sol viene la tormenta, ¿no?

–Mira a quien me encuentro –giro bruscamente mi cabeza, en dirección a la voz que me habla.

–Déjame en paz, Zach. No es buen momento.

–¿Qué pasa? ¿Olivia te ha dejado? Era algo obvio, ¿no crees?

–Zach, no sé si es que eres idiota o simplemente quieres morir joven –me mira mal, y tengo que aguantarme la risa.

–Quizá Olivia aún no me haya olvidado y por eso te ha dejado, aunque estaba claro que no ibais a durar.

–No caigas en su juego, Alex –murmura Joseph, al ver mis puños cerrados.

–La primera vez te envié al hospital, Zach. ¿Te gustaría saber donde te enviaré la segunda?

–¿Me estás amenazando?

–Veo que aún conservas un poco de cerebro.

–Sí, lo conservo. Se me da mejor conservar mi cerebro que a ti las novias.

Me levanto bruscamente de mi asiento, provocando que la silla caiga hacia atrás a causa de la fuerza con la que me pongo en pie. Hago el amago de acercarme a Zach, pero Joseph me detiene, colocándose frente a mí, impidiéndome ver la cara del idiota que tiene a sus espaldas.

–No quieres provocar una pelea ahora, Alex –masculla con los dientes apretados.

–Disfruta de tu soledad, Alexandre –se burla Zach, saliendo del bar.

Lo sigo con la mirada, aguantando las ganas de ir tras él y cerrarle la boca de un puñetazo, y cuando veo que desaparece de mi vista, Joseph y yo volvemos a sentarnos. El camarero me sirve otro vaso de whisky, cosa que le agradezco profundamente. Al menos, esto me distraerá para no ir a matar al idiota de Zach.

–¿Me vas a contar ya lo que te pasa? –me habla Joseph, interrumpiendo mis pensamientos.

–Temo que Olivia y yo hayamos roto –murmuro, llevando mi cuarto vaso de whisky a mis labios.

No bebo. No solía beber. Pero la ocasión lo requiere.

Mi garganta arde al sentir el sabor tan amargo del whisky, pero aún así me resulta extremadamente reconfortante. Cierro mis ojos, disfrutando de la sensación y sintiendo mis músculos relajarse. Al menos ya hace efecto.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora