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ALEXANDRE

Unos fuertes golpes en la puerta me hacen despertar sobresaltado. Una botella de whisky vacía se cae al suelo con mi movimiento, provocando un golpe en seco que hace que me palpite la cabeza dolorosamente.

–Alexandre, abre la puerta –la voz de Joseph resuena por todo el apartamento.

Me levanto perezosamente de la cama y voy a abrirle al pesado de mi amigo. Nada más abrir la puerta, se abalanza sobre mí, acorralándome contra la pared. Me mira con furia.

–¿Qué mierda haces? –hago un esfuerzo en vano por apartarlo.

–¿Has engañado a Olivia? ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? –me suelta bruscamente– ¿Por qué?

–Estaba borracho –la excusa que pongo es una auténtica mierda, pero es la única que tengo. De haberlo hecho a propósito, lo diría.

–Ahora también estás borracho –agarrando el cuello de mi camiseta, acerca mi rostro al suyo para oler mi aliento–. ¿Cuándo ha sido? ¿Por qué demonios estás bebiendo de nuevo? Pensaba que habías dejado el alcohol.

–Joseph, quiero estar solo, ¿de acuerdo? Así que déjame en paz y cuando tenga ganas de hablar te llamaré.

No me he pasado una jodida semana ignorando al mundo para que Joseph venga y me obligue a contarle algo que estoy intentando olvidar.

No me siento orgulloso de lo que hice, a día de hoy todavía no consigo recordar nada de lo pasó esa noche, solo sé que el sentimiento de tristeza y dolor que Olivia ha dejado en mí cuando se marchó no se puede comparar con ninguna otra cosa.

–No, vas a hablar ahora, vas a decirme lo que ha pasado, o te juro que no tendré ningún tipo de compasión contigo.

–¿Cómo sabes que he engañado a Olivia?

–Porque Danna me lo ha contado. Fue a verla el primer día. Está destrozada, lo sabes, ¿verdad? Claro que lo sabes.

–¡¿Te crees que yo no?! –grito, empujándolo– Me he pasado toda esta semana llorando por ella y lamentando lo que hice, joder. En ningún momento he querido hacer lo que hice, nunca he querido hacerle daño. Sé que lo he hecho no tiene perdón, pero no lo he hecho a propósito –siento un nudo en mi garganta que me impide seguir hablando.

–¿Cuándo ha pasado?

–La noche que salí contigo –frunce el ceño, claramente confundido con mi respuesta.

–¿La noche que salimos juntos? –asiento, pasando la mano por la ligera arruga que Joseph ha creado en mi camiseta. Será bruto– Me gustaría saber en qué momento te acostaste con ella.

No lo estoy entendiendo. No entiendo su actitud, ha pasado de estar profundamente enfadado conmigo a mostrarse divertido. Intenta ocultar una sonrisa, pero falla con su propósito.

Joseph tiene los cambios de humor de una embarazada. Me preocupa.

–En su apartamento, supongo –le respondo después de unos minutos.

–Alex, eres un completo idiota. Piensa, capullo, que no piensas. Estabas tan borracho que ni siquiera recuerdas todo lo que pasó la noche anterior, ¿o me equivoco?

–No –murmuro.

–¿Entonces cómo es que llegaste a tu apartamento? Porque, bien, desde luego que no estabas. ¿Cómo es que Olivia no se dio cuenta del estado en el que te encontrabas?

–No dormí con Olivia, dormí en el apartamento de Connor.

–¿Por qué estabas...? –pone los ojos en blanco– Da igual, entonces Olivia es irrelevante en la historia. Recuerdas al menos que fui yo el que estaba contigo en el bar antes de que Taylor llegara, ¿cierto? –asiento– Ella insistió en hablar contigo, y como tú estabas tan borracho e insoportable, aceptaste. Ella se sentó en la mesa y yo me fui para daros privacidad, no quise irme, pero tú me echaste, así que me fui a la barra a beber solo.

Como Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora