22. Bálsamo

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(POV Serena)

22. 

Bálsamo


Bueno... no fue tan horrible. Considerando lo que he vivido. Pasé los exámenes médicos con mucha dificultad, pero las preguntas no tanto. Con Seiya casi en todo momento a mi lado, sosteniendo mi mano y aportándole sanidad a mi pobre desparpajo de persona. Sin embargo, la declaración tuve que darla sola y allí empezaron otra vez los problemas. El oficial que me interrogó dijo que procederían con el papeleo de la investigación, que me mantendrían al tanto, que no me preocupara, etcétera, etcétera. Lo que le dicen a todos, pues. Jamás se comprometieron a arrestar a Shiho ni que lo condenaran por nada, pues "aún era pronto para asumirlo". Sí, como lo oyen.

No dejo de pensar que todo esto no quedará más que en un archivo muerto y un caso cerrado y muchas sesiones de terapia... como tantos más. Mis expectativas no eran muy positivas. No tenía ningún testigo de lo ocurrido, ni videos o grabaciones. Nadie que pudiese corroborar mi historia. Me había desecho de todas las huellas y pruebas de ADN con la ducha maniática que me di aquélla fatídica noche, y aunque mis heridas físicas aun eran notorias, no necesariamente tendrían que achacárselas a Shiho automáticamente.

Básicamente, era mi palabra contra la suya.

En caso de que tuviera suficiente suerte y si se conseguía una buena coartada, yo no quedaría más que como una mentirosa compulsiva que quería sacarle dinero o quedarme con su puesto o la mierda que inventara el abogado corrupto que sé que se conseguirá.

Destapo una Coca-Cola y me siento en el taburete de la cocina, mientras Seiya guarda algunos víveres que hemos comprado en el camino de regreso de la estación policial. Necesito cafeína y azúcar. Me siento tan agotada que creo que me tambaleo. No pude pegar ojo en toda la noche, y aunque la respiración a mi lado de Seiya me calmó, apenas cerraba los ojos, veía su silueta negra, sin rostro, cerniéndose sobre mí... persiguiéndome hasta el fin del mundo. El pánico me aplastaba y entonces lloraba en silencio, mordiendo la almohada hasta que amaneció.

—Bombón... no has dicho una palabra en todo el camino —me habla Seiya con voz apacible —. Nadie le creerá, no te preocupes.

Levanto los ojos y suspiro. Los suyos me miran y me estudian. ¿Por qué no? Ni siquiera yo fui capaz de creerle a mis presentimientos.

—Quién sabe... —murmuro, sin más qué agregar.

¿Qué puedo decir de todas formas? En mi cabeza sólo habita la negatividad, la depresión y la frustración.

—Nada ganamos pensando lo peor.

Junto las manos y me las llevo a la frente a modo de plegaria.

—Debí hacerte caso. Debí ir inmediatamente a denunciar...lo estropeé todo...

—Bombón —me llama Seiya. Tomo una estabilizadora respiración profunda y le miro —. Escucha, ése día estabas en shock. Nada de lo que hubieses dicho habría tenido sentido. Es cierto que se borró parte de la evidencia física y claro que es importante, pero no es lo único que lo define como culpable. Buscaremos otros puntos y acorralaremos a ése bastardo hasta que lo hundamos en la mierda, ¿okay?

—¿Cómo cuáles?

—Dices que hubo otras chicas. Tu ex compañera de piso, y que renunció de manera extraña.

—Molly —asiento.

—Hablaremos con ella. Tal vez le hizo lo mismo que a ti y no dijo nada. Y antes de Molly...

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