5. Atracción

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(POV Serena)

5. 

 Atracción

Todo va mucho mejor de lo que pensaba. Por primera vez, disfruto mis trayectos en el autobús y además mis oídos ahora están agradecidos por bloquear la mayoría de cosas que me atormentan en la oficina (el jefe gritando o Molly presumiendo lo que se comprará con su primera paga) y que antes no podía evitar oír. Me sorprendo cuando noto que no solamente hay rock con sujetos (todos ya muertos) que hablan de drogas y sexo promiscuo en mi IPod, si no un repertorio bastante interesante que también abarca cosas cursis como las que me gustan. En este momento estoy escuchando una canción de un grupo llamado Snow Patrol, que hace que me sienta la protagonista de un video musical imaginario. Es tranquila y romántica. Toda mi línea. Hasta pareciera que Seiya la eligió especialmente para mí.

Pareciera, pero obviamente sé que no es así.

De todos modos, conforme empiezo a tratarlo más y más con el paso de las semanas, Seiya empieza a mostrarme nuevas partes de él. Es como una cebolla, y cada que quito una capa, me quedo con una nueva sorpresa frente a mí. He descubierto que trabaja medio tiempo como barman en el Joe's (un bar que está cercano al vecindario) es un cocinero bastante decente (y además siempre canta algo parecido a una ópera cómica mientras lo hace), que cuenta chistes excelentes, come el cereal sin leche, sabe limpiar pero odia fregar los platos y le gusta reparar toda clase de cosas en la casa aunque se tarda años en hacerlo. Tiene algo de claustrofobia (y aparentemente siempre calor), su comida favorita son las hamburguesas y detesta el pescado en todas sus presentaciones. Bebe cerveza como vikingo pero prefiere el tequila, sabe más de música que los tontorrones de MTV y su sueño era convertirse en cantante. No le importa usar calcetines diferentes pero nunca usa la misma playera dos días seguidos. Se desvela, pero siempre se levanta temprano para ir a correr. Se sabe de memoria las películas de Rápidos y Furiosos y ahora sé que el olor tan rico desprende su persona es gracias al buen amigo Paco Rabanne.

No solamente hemos logrado tener una compatibilidad bastante aceptable en las reglas de convivencia (en lo que llevo ahí, jamás he visto un calzoncillo tirado en la sala ni escucha su música después de las diez) si no que, además, parece que le agrado a sus amigos y él se esfuerza por incluirme con ellos. Aunque agradezco el gesto (probablemente le doy algo de pena por mi ausencia de sociabilidad) no paso de tomarme una cerveza mientras juegan al póker y yo después me retiro a mi cuarto porque invariablemente, empiezan a hablar de cosas que me incomodan o no me van, como de mujeres o el marcador que lleva el equipo de fútbol al que son aficionados. Lo que me sorprende también es que me quieran cerca, son un club de testosterona irresistible, ¿cómo es que ninguno tiene novia? En especial Diamante, no parece ser del tipo que anda solo, es muy agradable y está que se tropieza de lo bueno que está.

Como vengo pensando en esto y otras cincuenta mil incoherencias, me paso de dos paradas y debo volver. Tardo más tiempo para llegar al supermercado, donde he quedado de ver a Seiya para hacer nuestras compras de la semana. Ahí me espera él, cruzado de brazos y zapateando con su pie de modo impaciente.

—Llegas tarde.

—Lo siento, por error me bajé en...

—Aburre a otro con tus excusas —me desplanta con una mano. Yo le doy un buen puntapié en la espinilla, pero lo esquiva fácilmente, como siempre.

—Andando, Bombón —sonríe, y me pasa un brazo por los hombros.

Siempre es así, un segundo me despacha y al otro es un cielo. Lo bueno es que ya no me causa tanto conflicto. O eso creo.

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