(POV Serena)
10.
Cumpleaños (parte II)
Me despierto por ahí de las cinco y media de la mañana. Por supuesto tengo jaqueca y los ojos resecos y adoloridos. Tardo un poco en entender por qué, pero apenas soy consciente del día que es hoy y lo que ocurrió anoche, salgo a toda prisa de la cama.
Por primera vez en mi vida salgo a correr voluntariamente. Me pongo mis zapatos mugrientos de deporte, que nunca uso, unos pantalones de chándal y una sudadera con capucha. Tengo ganas de correr hasta China, pero dudo seriamente llegar a los dos kilómetros. Con una melodía inofensiva de Gorillaz sonando en mis oídos, me introduzco en el amanecer rosáceo y aguamarina.
Cruzo el parque. ¿Qué voy a hacer? ¿Fingir demencia? ¿Hacerme la digna? ¿Retirarle la palabra? Sigo queriendo estar con él, pero ¿en ésos términos solamente? Ya no sé. No sé si valga la pena los buenos polvos para después estarlos pagando con lágrimas. No sé si siquiera puedo reprocharle algo. Sé que no. Que no hay compromiso entre nosotros, ninguna base ni ninguna norma está clara en ésta rara relación. ¿Entonces por qué siento que sí? ¿Por qué hay algo dentro de mí, que me dice que Seiya no quiere estar solo, que quiere estar conmigo? Probablemente mi desesperada necesidad por creerlo. Hay niños que juran haber visto al conejo de pascuas. La fe le hace malas jugadas a la imaginación y a la mente.
Una pregunta me reconcome: ¿por qué lo hizo? ¿se enfadó por lo que dije anoche frente a Mina? ¿Era eso, una revancha? ¿Ganas de demostrar que nadie lo domina? ¿Por qué en casa? ¿No merecía al menos yo un poco de respeto? ¿No podría irse a un motel barato y ahorrarme la pena?
Me paro junto a un gran abeto, apoyo las manos en las rodillas y respiro hondo y fuente mientras el aire llena mis pulmones. Me siento bien de hacer esto. Es catártico. Mi deseo de querer llorar y maldecir disminuye, y mi determinación se fortalece. Sí. Tengo que decirle lo que me parece bien y lo que no. Y si no lo acepta, deberé irme de ésa casa. No hay más. Será muy difícil desapegarme conviviendo con él todo el tiempo.
La idea de no volver a verlo me duele, pero ¿qué otra cosa puedo hacer?
Respiro hondo como para limpiarme por dentro, y arranco a seguir corriendo otro rato.
Me evito el mal trago de encontrarme a alguna mujer en bragas en la cocina, bebiendo de mi jugo o a los dos compartiendo el momentito cliché. Todo está igual de desierto y silencioso que como lo dejé. Me ducho, evitando siempre mirarme en el espejo mi cara de amargada y salgo rumbo al trabajo. No desayuno, pero no me importa, de todos modos no me entraría nada ahora.
Paso a comprar un café con leche para llevar y no tomo el autobús. Me voy caminando con toda la calma del mundo y luego me siento en una banca a dejar que el tiempo haga su trabajo. Llego con diez minutos de anticipación y el señor de la correspondencia deja caer un paquete pequeño cuando me ve. Está impactado. Le saludo con la mano de lejos y me meto al edificio sin hacerle plática.
Los botones de los pisos del elevador se encienden uno a uno, y cierro los ojos, agotada. Espero que hoy no sea un día tan pesado. Es inconveniente explicar por qué tienes una cara de mierda en tu cumpleaños.
Me quedo de piedra cuando veo lo que me espera.
Un precioso arreglo floral de lilas, peonías y tulipanes adorna mi gris y destartalado escritorio. Es de un gusto exquisito, obviamente de florería fina, y huele a gloria. Aspiro su perfume y luego de pensar que es una equivocación, recuerdo que es mi cumpleaños. Enseguida me asalta la segunda duda. ¿Quién me lo envía? Busco como loca la tarjetita hasta que la encuentro. Es color perla, con ribetes dorados y está escrita a mano:
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ROOMIES
FanfictionLo peor que podría pasarle a Serena Tsukino además de tener mala suerte en el amor, perder a su única amiga y estar en la bancarrota absoluta es tener que compartir piso con Seiya Kou, a quien detesta profundamente... o eso creía ella.(Universo Alte...