13. Sueño

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(POV Serena)

13.

Sueño

No sé cómo, pero estoy noventa y nueve por ciento segura de que ésto se trata de un sueño.
Sólo ése uno por ciento me hace dudar, por lo vívido y claro que todo se siente.

Estoy en la cocina del apartamento. Hace mucho calor. Es un domingo normal de julio por la tarde, estoy  descalza y con ropa ligera que se me pega a la piel por una ligera capa de sudor. Me siento sofocada. Entonces decido que mientras lavo la loza, me refresco un poco el cuello y el pecho. El agua incluso está tibia. No me ayuda en nada.

Entonces siento una presencia detrás de mí, que poco a poco se va acrecentando. Un par de manos masculinas cogen mi cintura y yo sonrío encantada, porque aquello parece ser un gesto natural en mi vida, en mi vida del sueño, quiero decir. No me siento en peligro. Sé quién es mi compañero y lo que está pasando. Aquellas manos firmes se cuelan debajo de mi camiseta de algodón explorando a su alrededor... mi cadera, mi espalda baja y mi vientre. Inclina la cabeza hacia mi hombro y lo besa, haciéndome sentir un pequeño escalofrío de pies a cabeza y cosquillas por la caída de su pelo. Por cómo me siento, sé que estoy acostumbrada a ése aliento, a ése cuerpo que me tiene atrapada en aquella pequeña fantasía doméstica. Guarreo en la cocina. Cliché, pero me encanta. El agua sigue corriendo y yo me revuelvo, pero él no me deja continuar con mis tareas. Sigue tocándome y besándome el hombro, rozando después con sus labios mis orejas y sus dedos traviesos se aventuran a ir más allá, descendiendo hasta que tocan el inicio de mi trasero. Aprieta con fuerza y yo me quejo, pero no me muevo de donde estoy. Se nota en su ansiedad, sus ganas y aunque es un sueño, quiero saber hasta dónde va a llevar Seiya este jugueteo.

Muy suavemente me cubre los pechos con las manos y los amasa, haciendo círculos en mis pezones con sus dedos pulgares. No llevo sujetador, así que se mueve con libertad y el contacto es muy sensible. Presionando y estirando. Cierro los ojos disfrutando de la sensación. Su lengua lame la piel salada de mi cuello y yo suspiro. Ojalá se apurara un poco más... pero no tengo yo el control, a pesar de ser mi sueño, él es el protagonista.

Mi minúscula prenda de tela cae al suelo. De la cintura para abajo estoy totalmente desnuda, y eso me hace sentir momentáneamente indefensa y muy excitada...

Un plato que llevo en las manos se hace añicos en el suelo cuando me jala de la cadera hacia atrás, y haciendo que abra bien las piernas. Gimo de gusto mientras se refriega contra mí, y más fuerte cuando él entra lentamente en mi interior y empieza a moverse. Mis ojos se posan en la ventana donde el sol alumbra con su luz naranja todo el lugar mientras mis caderas se oscilan y se balancean.

—Te deseo, Serena —me susurra, aumentando el ritmo y con ello, mis espasmos de placer.

Soy tan feliz.

—Y... yo a ti... —respondo entrecortada, y antes de termine de hablar, se sale y me gira para verme boca arriba. Quiere besarme.

Pero es Diamante quien me sonríe. Una sonrisa lasciva, perversa y tentadora. Una sonrisa que solamente puede ser propia de él. La pequeña cocina queda eclipsada por su impresionante cuerpo desnudo, su deseo y su necesidad de tenerme. Se inclina y me come la boca con toda su fuerza, hundiendo su lengua en mi garganta, y mucho después me dice:

—¿Más?

—Sí —concedo en casi una súplica, y se cierne sobre mí. Yo abro gustosa los brazos para recibirlo.

Antes de poder sentirlo nuevamente en mi interior, de repente estoy totalmente despierta. Agitada, húmeda y perturbada, enredada entre mis sábanas. Mi sueño erótico ha quedado olvidado en un abrir y cerrar de ojos, mientras el despertador no deja de molestar que me levante.

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