28. Regreso

290 43 30
                                    

(POV Serena)

28. Regreso


Lo sé, yo tampoco me imaginaba que volvería a rebobinar este casette. Sobre todo cuando están tan obsoletos. Igual que el amor. Y mi sentido común.

Mientras me dirijo a la habitación principal, la parte microscópica de mi cerebro que alberga el raciocinio está intentando inútilmente mandarme señales de alerta al resto de mi ser, que está ocupado por Seiya y todo lo relacionado con él. La parte sensata, o lo que queda de ella, me dice que debo tener una seria conversación lo antes posible, que no puedo pasar esto por alto... otra vez. A estas alturas cualquiera puede aseverar que hago de la vista gorda bastante a menudo.

La última vez que estuve en este apartamento no sabía más que del terror y el dolor. Hoy puedo apreciar distintos y pequeños detalles que antes no vi. Seiya tiene un microondas nuevo, un cuadro de John Lennon pintado en acuarela en la sala y las fotos del refrigerador ya tienen su lugar en un marco de mosaico para doce fotos que Mina le regaló en su pasado cumpleaños, y que yo me perdí, por supuesto.

—Y bueno, aquí puedes colocar tus cosas, si quieres —murmura Seiya en voz alta, y me abstrae de mis pensamientos.

Me está mostrando tres cajones vacíos de su cómoda, y por un momento creo que todo esto se trata de una alucinación. Mi ropa en la habitación de Seiya. Sencillamente no puede ser.

—Ah, vale —le digo, sin saber qué agregar. Debo parecer desorientada y muy, muy incómoda, porque Seiya me dice:

—Bombón, si no estás segura...

—No, sí que lo estoy —apunto interrumpiéndole —. Sólo que pensé que...

Mi oración muere en el camino. Siento que cualquier cosa que diga puede arruinar nuestro mágico entendimiento desde la fiesta de Mina.

—¿Que dormirías en la otra habitación? —pregunta con obviedad, pero lo hace de modo suave.

Asiento sin mirarlo. Eso me dijo, ¿no?

—Bueno, recordé que ahora no tienes ni un banquito donde sentarte, así que pensé que sería la solución más lógica que te quedases en mi cuarto.

—Claro. Gracias —le esbozo una sonrisa seca. Lógica, cómo no.

Un paso a la vez, me recuerda mi microscópica consciencia. ¿Es que esperaba boda y decorar juntos el apartamento sólo por un beso? Mi estupidez y mi ingenuidad no debe tener límites. No quiero presionar y que se vaya todo al traste, por mucho que deba poner las cartas sobre la mesa y bien puestas, para que esta vez no se repita la historia. Además, yo misma no sé qué quiero en estos momentos. Es muy estresante esto de tener una lista de problemas en mi vida que no hace más que crecer, sin perspectiva de que ninguno vaya a arreglarse en el momento.

Decido pues, agregarle un poco de humor a ver si así nos relajamos un poco.

—Es perfecto, Seiya. Gracias de verdad —le digo cuando él me recuerda que puedo tomar lo que necesite del baño o la cocina — Pero, ¿estarás bien en el sofá? Ya empieza a hacer frío por las noches.

Me mira con cara de poema. No puedo evitar reírme al segundo después de hablar.

—Sólo te estaba jodiendo, tonto. No me importa que durmamos en la misma cama. No sería la primera vez y ya somos grandecitos.

Sonríe entre aliviado y noqueado por mi audacia.

—Sí, es verdad.

—¿Te asustaste, eh? —me río de él, sentándome en de borde de la cama —. Una de cal por tantas de arena.

ROOMIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora