(POV Serena)
2.
Congeniando
Mis labores de dama de honor me habían consumido todos éstos días, a tal grado que a penas dormía y comía bien. Además, tenía un par de semanas para organizarme y mudarme al que sería mi nuevo hogar. Seiya no pareció sorprendido cuando le dije a regañadientes que le agradecía su oferta y tendría que mudarme a su apartamento. Por supuesto que recibí su sonrisita de suficiencia y sus comentarios pervertidos, pero me hice la occisa y traté de ver ésto como lo que él dijo que supuestamente sería: un trato de negocios nada más.
La boda fue hermosa en su sencillez. Íntima, de apenas cincuenta invitados y muy poco tradicional. Mina no usó un vestido de princesa, si no un sensual y elegante traje de satén justado en forma de sirena con la espalda descubierta. No hubo un banquete, si no un buffet italiano. La música tampoco fue gran cosa refinada, sólo una banda independiente que nos gustó a todos. Seiya cantó en uno de los números, y aunque odio admitirlo, sabe lo que hace. Y vestido y bañadito como nunca lo había visto, pues cualquiera podría apostar a que era buen partido, como Mina decía.
Luego todo lo echó al retrete cuando se embriagó hasta las trancas y se enredó con una prima de Mina frente a todo el mundo. Encantador. En fin... a mí me va y me viene.
Aún con todo lo moderno del asunto, no pude evitar deprimirme porque mi amiga estaría lejos al menos dos semanas. No quería volverme una plasta y enviarle mensajitos todo el tiempo en su luna de miel, de modo que le deseé suerte y me hice de tripas corazón los primeros días y me dediqué a empacar las pocas cosas que tenía para acomodarme en mi nuevo hogar.
Miro por última vez aquél sitio que había sido mi refugio por varios años. Las paredes vacías sin las fotos, el lugar amplio y frío... todos mis recuerdos con Mina se quedaban ahí, y la expectativa del cambio me angustiaba.
—Oh, no me digas que te vas a poner a llorar... —oigo una voz burlona a mi lado, devolviéndome al presente. Yo cierro los ojos y trato de contar hasta diez. Seiya había insistido en acompañarme para llevar mis cajas en su coche, y agradecí el gesto (yo no tenía dinero para pagar una mudanza), pero aparentemente, su amabilidad no incluía cerrar el pico cuando debía.
—¿No puedes dejar de ser un bruto ni en un momento emocional?
—Pero si tú eres una exagerada —argumenta Seiya sin piedad —. Si al menos el piso fuese tuyo... pero era rentado.
Y suelta un bufido.
—¡El valor es simbólico! —le grito a todo pulmón —¡Tarado!
—Quejica —escupe.
Mi ex casera toma las llaves de mi mano con nerviosismo y se aleja por el pasillo. Trato de no seguir peleando y lo sigo hasta su coche, que era un bonito Audi compacto. Me quedo boquiabierta, pero me esfuerzo por no hacer comentario alguno cuando subo y admiro lo lujoso que es por dentro. Ahora entiendo por qué se siente la gran cosa, los hombres se sienten cinco puntos más arriba cuando traen un buen automóvil. Eso debe compensar su déficit neuronal, ja.
Como no tengo tema de conversación y sigo medio melancólica, me concentro en el camino. Pronto llegamos al condominio y me siento bastante satisfecha a pesar de todo. Es un apartamento amplio, de dos habitaciones y dos baños (gracias, Dios, gracias) y una cocina muy bien equipada. No es que necesite una cocina de lujo para mis macarrones instantáneos de queso y hacerme mi té, pero ¡quién sabe! Podría ocurrir un milagro algún día. Toda la decoración es como pensé, aséptica, despejada y en tonos intensos. Una pantalla enorme y cero decoración. Muy de hombre.

ESTÁS LEYENDO
ROOMIES
FanfictionLo peor que podría pasarle a Serena Tsukino además de tener mala suerte en el amor, perder a su única amiga y estar en la bancarrota absoluta es tener que compartir piso con Seiya Kou, a quien detesta profundamente... o eso creía ella.(Universo Alte...