Había estado a punto de lastimar hasta mas no poder a sus empleados, le hartaba tener cada día era la misma noticia, los mensajeros de distintos lados del reino informaban no tener ni siquiera un mínimo rastro de ese hombre y su pandilla, cada Glyfaliano sabía ya algunas características sobre Erick —las que recordaba— Además de ofrecer una buena recompensa por información de su paradero, pero no servía de nada, lo que más odiaba, era tener que observar a Mingh meditar, tan tranquilo y callado que no pensaba más que en sujetarlo del cuello hasta que dejara de moverse. Bajo de su habitación desesperadamente, aún faltaban algunas horas para irse a la cama, después de todo, su itinerario lo tomaba muy en serio, así que busco entre los pasillos rocosos a quien terminaba con su paciencia, comenzaba a odiar las túnicas. Al llegar a la habitación solo llamo a la puerta una vez, y sin esperar si quiera un segundo, abrió la puerta.
— Buenas noches, Mingh —sonrió molesta.
—¿Que se le ofrece, majestad? —respondió con sarcasmo, ella siempre venia con un objetivo claro. A este hombre parecían gustarle los riesgos, su modo de hablarle a al reina era tan vago, que cualquier otro glyfaliano ya hubiera lamentado.
—Ahora que lo dices...—tomo asiento en el sofá de la gran habitación — si necesito algo. Necesito tu ayuda, por el bien de todos necesito saber hacia dónde se dirigen tus amigos. Se que amas el reino, que admirarlo desde la terraza es ese desayuno que de brincarlo lo lamentarías, si colaboras con lo que te pido, todo lo que anhelas será tuyo ¿Te gustaría ser dueño de algunas tierras de Glyfalia?
—Lo que anhelo solo puedo conseguirlo sin tu ayuda, Glyfalia no me pertenece, y jamás lo hará, como tampoco te pertenece a ti. —En cuanto le dio la espalda algo lo empujo hasta el suelo, se dio cuenta de que las cadenas que portaba lo arrastraron hasta el librero, al intentar ponerse de pie, estas se lo impidieron de nuevo, limpiando el suelo de rodillas hasta estar de frente a Carolina, que hizo puño su mano izquierda, como si tomara una cuerda para traerlo hasta ella, no soportaba que nadie no le temiera, la pona tan furiosa que las cadenas de humo que le ataban al hombre endurecieron.
—Vas a decirme hacia donde se dirigen esos cobardes o tendré que hacerte cavar un hoyo —A pesar de lo horrible que sonara eso, Mingh sabia por su postura, que iba por buen camino. El hechicero se quedo en silencio, observando la mirada amenazante de la reina, quien no dudo ni un segundo en arrastrarlo hasta la pared, lo levanto con un solo movimiento en su muñeca, amaba verlo así. Mientras se acercaba a él resonando sus tacones en la habitación, la sofocación para el hombre se volvía desesperante. —¡¿Hacia dónde se dirigen?¡ —pregunto por última vez, y esta vez había notado un pequeño movimiento en su garganta, tratando de responder, entonces aflojo su agarre.
—Ha-hacia...tu f-final. —afirmo con dificultad. Carolina gruño sujetando el cuello de Mingh con más fuerza, él apenas si mostraba dolor, las arrugas de sus rostro enmascaraban bien la fuerza del perezoso.
Lo soltó con ira hasta el suelo y las cadenas rechinaron, pronto el quejido del hechicero se escuchó entre jadeos para recuperar oxígeno, cuando pensó que era todo, observo sus ojos que aún no tenían su color natural, aun no había terminado, de repente sintió sus pies pesados, las cadenas ahora tenían una bola de hierro grande que humeaba al igual que todos sus hechizos, eso no era todo, había espinas en ellas, lo que hacía imposible juntar sus piernas. La pelirroja se marcho mientras el hombre observaba su remodelación, no sin antes azotar la puerta.
Al salir, sonrió con malicia y mucha satisfacción de torturar al ser que más odiaba, seguía enojada por no haber conseguido lo que quería, sin embargo, verlo de rodillas la hacía muy feliz. Su alegría no duro mucho, ya que un guardia se acercó a ella, pensó que tal vez habían encontrado algo y su día podría ser mejor; hasta que él menciono que su especia estaba de vuelta, describió sus ropajes limpios, cortos y fuera de siglo. No podían ser miembros de la famosa pandilla, eran recién llegados, que estuvieran justo en la puerta del castillo lo confirmaba.
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Glyfalia. "El Libro Perdido"
FantasyLos libros pueden transportarte a lugares inimaginables, otro mundo muy distinto al que se conoce se hizo realidad, tras un accidente que debió terminar fatal ¿Cómo sobrevives con solo leer la página de un libro? Descubriendo el poder en manos equiv...