Cap.9. Una nueva vida

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Erick les mostró la cena, el platillo eran bastante extraño, frutos de formas extravagantes con colores difuminados y una ensalada de hojas en forma de tréboles de ocho hojas, no era desagradables, tal vez el hambre era enorme, les explicó que los frutos que comieron causaban un estado de ebriedad con solo consumir cinco, ellas habían bebido la dotación de diez botellas, les explico que en ocasiones, podían causar alucinaciones, los frutos que Emily había visto en el pequeño hogar de Erick no se parecían en lo absoluto a las que las habían dejado casi inconscientes, esta era su nueva cena de bastantes días futuros.

— Les mostrare de donde se consiguen estas delicias en la mañana. — dijo mientras daba su primer bocado.

Verónica tomó un trozo de todo lo que había en su plato, aunque seguía siendo dudoso para ella ver más de cinco colores en una misma cucharada, Emyli dio la primera mordida, y aunque no lo pudiera creer, el sabor era realmente bueno, exquisito si tuviera que describirlo. Verónica siguió con entusiasmo al ver los gestos de su hermana, en efecto eran exquisitas.

— Robaría por estas frutas. — bromeo Emyli después de sus tres bocados rápidos.

— Es lo que haremos. — respondió el hombre sin dejar de ver su cena. Ella soltó una pequeña risa, pero después se preocupo al no verlo carcajear. —No podemos simplemente cortarlas, esto es lo que comieron cuando las encontré, pero ya han sido procesadas por Glyfalianos. Nunca descubrí su receta, pero no me arriesgaría a prepararlas.

— Pero... ¿Porque no compramos algunas? —sugirió la mayor

—Si Carolina nos encuentra, eso será peor que robar, ninguno de ellos nos ayudaría, grábenselo bien, ninguno es de fiar.

Ninguna volvió a preguntar después de que termino de hablar Erick, al terminar, les mostró la nueva cama que había hecho con paja, para cada una de ellas, era muy cómoda, mucho mejor que el suelo del bosque, ambas comenzaron a creer que su supervivencia aquí se basaría en robar, y seguramente la paja, también había sido gratis, sin embargo, él, no se veía como un chico malo. La oscuridad se había adueñado de todo, a pesar de no tener ventanas, la claridad y la llegada de la luna se distinguían a la perfección; los susurros comenzaron, cada minuto de silencio, parecía un signo de admiración más en las voces mientras se acurrucaba en las mantas.

"¿Vas a quedarte quieta? demuéstrame de lo que eres capaz, dime que mereces que vuelva contigo"

Emyli despertó, sabiendo que era no era un sueño, después de todo lo que había visto en las últimas cuarenta y dos horas, se estaba convenciendo de que esas voces tenían un propósito, sabia que no eran para ella, pero por alguna razón podía escucharlas, quería creer que eso les daría ventaja, y que debía de poner atención en cada susurro que escuchaba, pero esa voz, dejo de dar paz desde hace mucho. Sentía la emoción de tales palabras, ninguna le hacía queer volverlas a oír, era tan severa al hablar que la hacia mover su cuerpo para dejar esa emoción de lado.

—Buenos días, ¿Lista para irnos? —La mayor asintió, pero él la miro, negó con la cabeza. — no podrás correr así, pero ya pensé en eso. Vamos, Emyli ya está en la entrada.

Verónica lo siguió, y aun era raro atravesar el árbol como si nada. Caminaron alrededor de quince minutos, no sabía cómo regresarían, se había perdido a las doce vueltas que el hombre dio decidido, todo era árboles y vegetación, sería un lindo lugar para explorar si no estuvieran en riesgo sus vidas. A lo lejos visualizaron una cabaña, al acercarse se dieron cuenta de que no era tan pequeña con pensaban, por fuera una mecedora adornaba el lugar, parecía estar abandonada, y parecía ese ser su destino.

— Primero les conseguiré ropa — dijo Erick, tras esconderse detrás de unos arbustos. Jamás había hecho nada malo, tal vez en su juventud una paleta había arrebatado, no quería robar dentro de casa ajena, sin embargo, debían esforzarse, si quiera regresar a mi mundo, tenía que centrarse en el bien de los tres únicamente. Un hombre, que representaba un coyote, vestía para frío, y parecía estar en la tercera edad, lo vieron alejarse de la cabaña, pasaron cinco minutos para perderlo de vista, su cabaña estaba bastante alejado del pueblo — vamos, por atrás.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora