Capítulo 37. El suspiro de los golpes

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La mujer reía mientras pateaba con fuerza a la rubia, que seguía en el suelo cubriéndose el rostro y su pecho con los brazos, a pesar de que paró de llorar, permanencia sin moverse; lo había entendido ya, más al ver los ojos de quien la golpeaba, le impedía levantarse, tenía que hacerlo, seguía asimilando que sus posibilidades de ganar esta pelea habían disminuido un ochenta por ciento de su capacidad, percibía lo potente de sus patadas cuando impactaban en su cuerpo, con solo una lograba arrastrarla con la arena unos centímetros, la fuerza de este ser era bruta, no tenia nada con lo que defenderse, su lanza se había perdido con la tormenta desde antes de llegar aquí, eso no tenia importancia, pues contaba con su magia espectacular con la que conectaba cada día un poco más, pero, lo había perdido todo sin dar una lucha digna, sin siquiera alzar el mentón antes de caer.

—¡Levántate y golpéame! —grito la mujer con las venas remarcadas, lanzando la ultima patada de esa larga jornada, no porque su odio se hubiera terminado ya, tenía una misión que cumplir y eso le impedía terminar con ella ahora mismo tal y como quería. Pero, debía exprimir hasta la ultima gota de fuerza que la rubia tenía.

Había ocurrido todo muy rápido, sin embargo, a pesar de que no tenia nada, acabar con ella no sería sencillo; ágilmente se levantó, su vista borrosa la hizo tambalear en cuanto se puso de pie, miro a su hermana que la retaba sonriendo, en definitiva, ninguna se rendiría. Corrió hasta ella con las manos en su espalda, su rival la esperaba en posición de ataque enrollando el amuleto en su muñeca con movimientos lentos, asegurado que Emily los presenciara bien; en cuanto la distancia ya era bastante corta para soltar su primer ataque, la rubia preparo sus brazos usando la tela que había cortado para ayudar a "Verónica", su destino se alejo antes de que ella pudiera notarlo, alcanzando a golpearla con la tela como resortera en el cuello. No se lo esperaba, se escucho el impacto que la mujer provoco al sostenerse de una de las paredes, pues aquella agresión había alterado sus heridas, sintió como su garganta expandía sangre desde su estómago hasta sus fosas nasales, la rubia había golpeado tan fuerte que pronto su oponente goteo sangre de su nariz.

Esa mujer de cabello amarillo la había engañado, solo había fingido no poder pelear contra su hermana hasta pensar en un plan, eso le dejo en claro a su rival que necesitaría dar todo su potencial, aunque muriera en el camino, la llevaría ante la reina. Al girar y mirarla a los ojos de nuevo, se percató de que sonrió, apenas si sus mejillas se levantaron, la vio aproximarse hasta ella por segunda vez, ahora, quien se detuvo con la ayuda de las paredes, fue Emily tras el golpe que había impactado en sus costillas, el dolor era incomparable, cuando usaba el amuleto, estos golpes serian como un pellizco infantil, sin embargo, aquel puño que se estrelló debajo de su pecho le rompió un hueso de entre tantos que su costilla poseía.

Embestía con su mano sosteniéndose el pecho, como si cuidara el aire que ansiaba dejar su cuerpo, mientras su hermana regreso hasta ella caminando en curva, aunque estaba cansada, intentaba disimularlo, se escucharon alaridos en cuanto ambas recibían los golpes, de todas las partes del cuerpo de la mujer que tenían moretones, la que dolía con intensidad eran sus puños. Su hermana se lanzó hasta ella sosteniéndola del abdomen, Emily se quejaba del dolor que hacia su mano intentando arrojarla, había sufrido un accidente hace cinco años, en donde un automóvil la lanzo devuelta a la acera cuando ella apenas si camino seis pasos, esa dolencia al tener apenas un segundo el borde del auto en su abdomen, fue idéntico al que ese ser le provocaba; no conforme con eso, con su otra mano hecha puño empezó a golpear el rostro de la rubia, los primeros golpes repetitivos comenzaron a marearla, intentando mantener sus parpados abiertos, sus manos intentaban zafarse de su agarre, escupió sangre cuando Verónica avanzo hacia enfrente con ella, azotándola en la pared.

Tenía que hacer algo, era solo cuestión de tiempo que perdiera el conocimiento, soltó la mano de su rival y golpeo en el cuello con su codo tan fuerte como pudo, ella la soltó de inmediato contrayendo su cuerpo, Emily noto que las garras marcadas debajo de su cabeza se rompieron, el rastro de sus venas negras habían quebrado como un trozo de madera, un charco de polvo y sangre oscura se derramaba en su pecho, ninguna lanzo otro golpe, recuperaban aire de frente como si hubieran corrido una maratón en pareja.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora