Capítulo 44. Conocerás mi nombre

28 3 10
                                    


La mucama no entro a su habitación a las 11 en punto como todas las mañanas, esperaba que sí, hoy era el día importante, el tan temido día del que los empleados de la reina hablaron estas últimas tres noches. La mujer recordaba que justo antes de que sonaran las campanas del castillo, ella se encontraba ansiosa en su habitación mirando tras la ventana. "¡Los atrapamos ¡" gritaban las voces agudas que lloriqueaban bajo las escaleras cuando nadie los veía, pero, ella también quería brincotear como aquellas mujeres, estaba emocionada, el amor de su vida se encontraba aquí, un año sin su sonrisa al salir de su departamento había sido un siglo para ella.

El cerrojo de la puerta de repente comenzó a ser forcejeado, no entendía la razón, ni siquiera tenía llave... Ojala hubiera sido más fuerte, cuando un guardia le ato un pañuelo a la boca y la cargo sin esfuerzos, mucho menos con consentimiento, ojala su voz fuera más gruesa, que al hablar se estremecieran y, se alejaran los sirvientes que le miraban con recelo y vergüenza mientras la paseaban por los pasillos del castillo, ojala hubiera sido ruda con todos cuando el cuidado no existía siendo llevaba entre empujones de tantos guardias en filas, eran tan bruscos con ella que en cada parpadear veía algo distinto, sin embargo el brillo de las armaduras estaba en todos los ángulos.

Ojala y al alzar los puños alguien le temiera, pero ni siquiera existía la necesidad de apuntarle cuando ella esperaba de rodillas mientras escuchaba el debate que todos respetaron, de entre ellas una voz desconocida, ojala sus músculos funcionaran en cuanto la mano de la reina le señalo, fue el momento en el que el sol por fin pudo tocar cada facción de su rostro, era tan potente que unido al ambiente en completo silencio y miedo le cegó, ojala no tuviera los dedos rotos cuando de un empujón sin piedad, obligaron a sus manos a detener el golpe que le rompería la nariz.

Fue aquí en donde las palabras de la pelirroja marcaron en la tierra que, hoy no tendría compasión con ella, en cuanto alzo la mirada, los tres seres postrados en una inmensa bola de hojas, ramas y corteza la observaron de inmediato, uno de ellos revelo su rostro, entonces, el tiempo se detuvo, la mascara negra de bigotes largos y ojos amarillos seguía en los brazos de uno de los "enemigos" de Glyfalia, dejándole ver la tez bronceada del hombre de barba larga, su silueta desde lejos que nunca le había abandonado en sus sueños se había vuelto más imponente, esos ojos cafés que extrañaba tanto, como la luna extraña a las estrellas cuando nadie habla, le miraban, a solo metros como lo imagino cientos de veces, le miraban llenos de preocupación mientras decía su nombre.

El corazón de la mujer suspiro y quizás soltó una sonrisa, cuando el suelo comenzó a temblar, el sonido de los escudos chocar apenas si los escuchaba en un eco frio en donde su atención existía únicamente en el ser que admiraba, olvidando por un segundo lo que había ocurrido desde el amanecer de este día, y tal vez el de todos los días, hasta que unas ramas familiares le envolvieron de inmediato sin previo aviso, fue como si despertara de un hechizo que había apagado todos sus sentidos, cuando le despertó, el retumbar de la tierra le recordaron a sus agarres, que sus dedos estaba fracturados, cuando quiso gritar se dio cuenta de que su voz estaba seca había olvidado que estuvo bajo el calor de los escudos ardientes y en ayuno desde que la reina despertó.

En su último vistazo posible vio que las hojas y ramas que le absorbieron provenían de la esfera de madera en donde su amado aún permanecía, escuchaba por fin los gritos de los guardias que corrían sin importarles nada alrededor de ella zumbaron su oídos, no podía compararlo con nada, ni siquiera en las películas históricas con el volumen hasta el último número, ninguno tenia tanta furia como aquellos. Pero, no paraba de despertar, su mente fue quien grito más fuerte cuando le narro en segundos las miles de posibilidades que podían ocurrir en este momento: Erick, no pensaba en nadie más, si quería protegerlo y demostrarle lo que había hecho por él, tenia que salir de aquí. "Pero Marga, ¡¿En qué estás pensando?¡" se regañó apretando sus cachetes con ambas manos. Cada brusco paso de los guardias le aturdía, los pequeños rayos de sol que atravesaban su refugio le recordaban al cuarto en donde conoció el baúl secreto de Lepuef, apenas si un minúsculo rayo de una vela le acompaño en sus alaridos.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora