Cuatro meses después
Aquí estaban, ambos disfrutando de su compañía, un desayuno tras el árbol más profundo que habían conocido. El té de hierbas podía olerse en todo el refugio, la paja suave entre los dedos en donde ya era costumbre recibir el desayuno cuando veían al otro cansado, ambos podían sentir el ambiente de un cálido hogar, aún que ellos sabían que no podían seguir acostumbrándose, pues este árbol no se comparaba a lo espectacular de un paisaje en Bezmeck.
A pesar del tiempo, ninguno había tocado ningún tema triste relacionado a su vida anterior, de hecho, conversaban frecuentemente sobre los caminos de Glyfalia, había aprendido varios senderos que la llevaran del lago hacia el refugio, sabría que debía de enseñarle a Verónica todo lo que sabia, hurtar en el pueblo se había vuelto tan fácil que dejaban a Emily con las tareas de refugio, el hombre le había visto practicar su puntería con las armas de corta distancia, le veía poniéndose en forma cada día por la mañana, tal vez esta tarde la había visto con los mismos músculos que él, el empeño de esa mujer por protegerlos, no reduciría sus expectativas.
Se comprendían, desde hace meses los días comenzaron a sentirse como minutos, y aunque todos extrañaban su mundo, el hombre decía que todavía era pronto. Se había sentido tan cómodo estos últimos días, que había olvidado poner las líneas en la pared, ahora quien se encargaba de eso, era Emily, no olvidaba ni un solo día. Había ganado la confianza de salir sola, creyendo que solo quería volverse más fuerte, y seguir aprendiendo, sabían lo obstinada que podría ser, por ello tenía prohibido acercarse al castillo o intentar hablar con un glyfaliano.
Ella llegaba al refugio muy cansada y hambrienta, lo que descartaba la idea de que rompiera su promesa, parecía estar cómoda con sus ropajes de supervivencia, su cabello había crecido, por lo que había optado por hacer una trenza en cada costado, evitando alguno mechón que interviniera con su vista, amarrándolo con el resto de su pelo en una coleta alta, no se parecía en nada a la Emily de hace cuatro meses. La rubia, a pesar de pasar mucho tiempo fuera del refugio, notaba el cambio entre Erick y Verónica, pero eso no le importaba, mientras no fueran caras largas, le era más fácil guardar su secreto cuando volvía.
— ¿Ya me lo dirás? — dijo jadeando, entrenando con Mingh con sus lanzas filosas. Las cuchillas habían quedado en el olvido para las peleas, estas daban mejores ventajas, es maestro fabricaba las mejores, había hecho una para cada uno de los integrantes del grupo de la chica rubia, ella le había platicado todo, pero sentía injusticia de no recibir lo mismo.
— No te comprendo. — respondió lanzando una patada. La chica dio una vuelta por el suelo, dejando al maestro caer de espaldas, y así concluir con la pelea, el tiempo seguía dando frutos.
— Lleva días diciéndome que me revelaría la forma de salir de aquí. — dijo mientras le ayudaba a levantarse, al mismo tiempo que sacudía su ropa, pues él la había tirado más veces durante todo el día.
— Solo quería que me ganaras de nuevo.
Ambos se sentaron en una de las rocas grandes de la superficie flotante, el maestro acomodaba su túnica para verse un indefenso hombre mayor, como siempre, mientras ella terminaba de beber. Llevaba días entrando a diario, podrían pasar semanas sin ver al maestro, no le quedaba mas que golpear rivales que había fabricado con diferentes objetos del bosque, Mingh siempre evitaba la conversación sobre sus ausencias frecuentes, usando la misma excusa "La reina", no entendía a lo que se refería, no veía afectaciones en el maestro, no había ningún rastro de maltrato en él, así que siempre terminaba con la misma duda. Sin embargo, no desconfiaba de él, las veces en las que lo encontraba aquí, solo estaba sentado en flor de loto, en su rama favorita, se quedaban en silencio:
"La rubia palmo entre las ramas del suelo al llegar al árbol perfecto, era el indicado para aprender algo nuevo, seguía sin poder evitar, gritar cuando el agujero se la tragaba, después de treinta veces cayendo en el mismo sitio, había dominado aterrizar de pie, con nauseas repentinas. Mingh había dicho que antes de cruzar el puente, pensara en tres cosas que le habían agradado del día de ayer en el entrenamiento, se detuvo al inicio de las tablas bailarinas y lo hizo, era algo que le había hecho poder cruzar el puente sin cerrar los ojos. Le hayo arriba de uno de los árboles, entre las ramas gruesas, sentado en flor de loto, él no dijo nada, sabia que no estaba solo, y aun así permaneció con los ojos cerrados. Ella siguió hasta una roca, en donde se preparo vendando sus muñecas, sus rodillas y tobillos, incluso había estirado y calentado su cuerpo para un día pesado de entrenamiento, para cuando Mingh se dispuso a hablar.
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Glyfalia. "El Libro Perdido"
FantasyLos libros pueden transportarte a lugares inimaginables, otro mundo muy distinto al que se conoce se hizo realidad, tras un accidente que debió terminar fatal ¿Cómo sobrevives con solo leer la página de un libro? Descubriendo el poder en manos equiv...