Los rostros de la pandilla más buscada en el reino estaban siendo pegadas en cada esquina por los mensajeros, ningún rincón quedo vacío, advirtiendo a todos que cualquier información seria recompensada, un monto considerable que no tardo en tener a más de la mitad del pueblo buscándolos por su parte. Fue la grandiosa idea de Lepuef, el único sirviente que sabía lo que ocurría en la habitación favorita de la reina, su lealtad al trono se volvió lo más importante para él desde hace años, darles la espalda a los suyos por estar a su lado era un precio que estaba dispuesto a pagar las veces que fuera necesario.
Odiaba a Mingh cada vez que hacía molestar a la pelirroja, él era quien preparaba el té para todos los humanos de bienvenida, esta era la confianza que se había ganado, lo hacía con gusto, cada una de las ordenes de su majestad, eran la tarea que corría hacer tarareando por los pasillos.
Últimamente las tareas dejaron de ser mínimas como para cantar mientras las realizaba, ahora caminaba con el enojo tiritando en su ojo izquierdo, ver a su reina molesta le estresaba quizás igual, como no encontrar un zapato dos minutos antes de salir hacia una reunión importante, y todo era su culpa, cada vez que se atrevía a preguntar, el obtenía la misma irritante respuesta.
"Ella cruzó la puerta después de azotarla sin necesidad de su magia, cuando usaba los brazos olvidaba los modales, su sirviente se levantó de inmediato para recibirla con cortesía, no había nadie con él, el sabia como tratarla incluso en los momentos más desesperantes del día. No le importaban los desvelos, ni los regaños, mucho menos las burlas que el servicio hacia con sus nombres, ya les castigaría como se debe, su reina ahora tenía verdaderos problemas con los cual lidiar. Quizás eso era lo que les unía, a ninguno le gustaba quedarse con los brazos cruzados, les encantaba irse con el recuerdo de sus "cobros"
—Permítame ofrecerle un té, majestad —dijo después de que tomo asiento frente al ventanal. Ella asintió, y se quitó el collar de un jalón arrojándolo a las sábanas que cubrían su cama, el estrés volaba en la habitación.
—Ese tonto hechicero interrumpió de nuevo, esa transformación iba perfecta, todo estaba saliendo al pie de la letra, ahora tengo que esperar hasta el fin de semana —dijo recargando la frente en ambas manos, que se reposaban en sus codos contra la mesa. Lepuef, tenia siempre el rostro indicado para tranquilizarla.
—Porque... ¿porque no se deshace de él?
—Es importante aún — si tan solo le dejara ayudarle, estaba dispuesto a solucionar todos sus problemas, a cumplir todas y cada una de sus peticiones, no importaba a quien debía mentir, traicionar o robar. Si solo le diera la orden, ese perezoso recibiría el castigo que se merece."
Paso su descanso buscando sin parar, mientras la reina descansaba de su atareado día, no hubo puerta que se salvara, ni ventana por examinar. El jardín enorme también fue recorrido por segunda vez en estos dos días, estaba tan desesperado que quería arrancar las flores y buscar debajo de cada una de ellas, sabía perfectamente sobre hechizo de cadenas, y a pesar de que su rostro ya estaba en los buscados como desaparecido, nadie le había visto, cada uno de los guardias y sirvientes fueron interrogados, pero, faltaba alguien al que nadie quería acercarse. Bajo al calabozo y ordeno que el guardia se retirara, era como el segundo al mando, nadie interrumpiría a su majestad en plena siesta, abrió la celda de la elegida, ella se acomodo en su "cama" y bostezo, el brillo de su linterna la hizo cubrirse con su ante brazo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto Marga con molestia. Él se acerco y la golpeo con una piedra envuelta en su chaleco, haciendo que se desmayara al instante.
...
No podía seguir aquí, Erick estaba en peligro y aun no tenía idea de cómo advertirle, tal vez simular un paro cardiaco, o alguna convulsión le seria útil, al ver las barras de metal que le acorralaban, le recordó que nadie se preocuparía por un prisionero, las probabilidades eran nulas en esta época, tal vez si cavaba hacia el otro lado podría llegar al bosque, aunque nadie le aseguraba que detrás de ese duro muro estaría la luz del sol. La cabeza en cualquier momento le reventaría de tanto pensar y estresarse por ninguna solución. Desde aquel momento en que la reina le dirigió la palabra, no paro de molestar a su imaginación para crear una llave que le diera luz a su primer paso tras la puerta del calabozo.
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Glyfalia. "El Libro Perdido"
FantasyLos libros pueden transportarte a lugares inimaginables, otro mundo muy distinto al que se conoce se hizo realidad, tras un accidente que debió terminar fatal ¿Cómo sobrevives con solo leer la página de un libro? Descubriendo el poder en manos equiv...