Cap. 12. Jurar los recuerdos

31 6 9
                                    


Dedicado a: LeylaGH

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

El hombre mayor camino por los pasillos más rocosos y descuidados de todo el castillo, parecía que aquellos se volvían más sombríos que ayer, aunque eso fuera imposible, ella lograba hacerlo; cuando los sirvientes debían cruzar por aquí, preferían coquetear con un guardia por el favor, para él, este lugar no era digno de ser despreciado por lo que alguna vez fue, además, ya estaba acostumbrado a sobrevivir en la oscuridad. Abrió una puerta de metal que estaba al fondo del calabozo, con la llave que sacó uniendo las palmas de sus manos, dejando un espacio entre ellas, en donde un humo color blanco escapaba, al abrirlas una llave con cinco círculos pequeños en el mango de esta, con la punta formando un rectángulo roto, aquella puerta sólo podía ser abierta por una llave especial. Al pasar, los destellos color verde oscuro no tardaron en verse, uno a la izquierda, y otro seguido de este por la derecha, entre algunos de ellos se escuchaban objetos caer o quebrarse, él camino hacia los destellos.

— No te esperaba aun, Mingh. — dijo la mujer que practicaba su magia por todo el lugar, ningún objeto tenia importancia en este lugar donde los rayos nunca tocaban.

— Sí, su majestad. Me temo que hoy no he tenido suerte de borrar...—Mingh fue interrumpido por un rayo verde que pudo esquivar perfectamente, quemando papeles posados sobre una mesa de roble.

— ¡Que! — Gritó la reina girando su cuerpo en dirección a su acompañante. Cada uno de sus movimientos tenía la firmeza de mirada, señaló hacia el glyfaliano que representaba un perezoso, haciendo que este retrocediera de un golpe hacia la pared, el golpe sacudió los estantes que estaban junto a ese hombre, soltó quejido mientras ella dio unos pasos hacia enfrente, cerrando su puño, del cual abundaba ese brillo verdoso, logrando que su cuerpo se hundiera y se separara del suelo, sin despegarlo de la pared.

— Majestad, compréndalo. Esa magia es muy difícil de eliminar. — apenas si podía responder, la fuerza de la reina aumentaba ferozmente cuando se molestaba.

— ¡Silencio! —Carolina dejó caer con fuerza su brazo desde su muñeca mirando al techo, hasta terminar en su espalda, haciendo que su sirviente cayera frente a ella de rodillas en un segundo. La edad del hombre no fue impedimento para ella para desatar su enojo, cualquier otro súbdito terminaría con la ropa rasgada y la espalada ensangrentada después de ese berrinche, sin embargo, él solo daba señales de dolor al recibir el golpe, ni heridas ni cicatrices — La magia no te protegerá por siempre. Yo sé que tú poder puede destruir eso, y todo lo que rodea. Tu afán de acabar con mi paciencia es lo único que ofreces.

Mingh comenzó a toser en el suelo, después de todo, él era el más viejo de Glyfalia, su cuerpo ya no era el mismo y su resistencia no podía seguir arriesgándose a los maltratos de la reina, aunque estos no dejaran marcas.

— ¿Sabes? Tu destino podría cambiar, y ser el mismo que todos los humanos, podría absorber algo de tu magia, y borrar esos estúpidos símbolos de una buena vez— retrocedió dejando que el hombre se pusiera de pie de nuevo— pero aún me sirves Mingh.

— Después de todo, tu poder no es tan grande como para recrear el hechizo de protección, aunque me mates, nunca funcionara contigo. Sigues necesitando de ...— no pudo terminar su frase, pues la reina volvió a levantarlo dando una bofetada al aire

—¡No te permito que digas nombré! — exploto, haciendo un hoyó más en la pared. — ¡volverás allí y borraras esa marca! No vuelvas hasta que lo hayas conseguido —Con otro movimiento brusco de su brazo, mando a Mingh hasta la puerta.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora