Capítulo 26. El inicio de la batalla

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No pudo evitar levantarse en cuanto la mínima luz de sol toco sus parpados, estaba muy preocupada, recordando una y otra vez la escena de tensión que tuvieron anoche: Erick amenazándole, le preocupaba al divisar de nuevo en su recuerdos su mirada, sin ninguna pizca de arrepentimiento, lo observo con detenimiento de cuclillas mientras él seguía disfrutando de su profundo sueño, dormía lejos de su hermana, más de lo normal, era de esperarse, ahora más que nunca, tenia que ganarse su confianza aunque lo único que quisiera fuera darle unos buenos golpes limpios.

Dejo de observar y se dispuso a salir del lugar, el apetito aun no regresaba, pero no le molestaba, era extraño, la Emily que conocía con saltarse unas sola comida del día, era consecuencia de un dolor terrible. Mientras bajaba las escaleras de la entrada, que eran muy pocas, pudo al fin concentrarse, en el ¿Dónde? Necesitaba de pensarlo y estaba vez no bajo las sábanas, recordaba la meditación con Mingh, él le daba un golpe al suelo cuando la rubia se desconcentraba ¿Cómo lo sabía si estaban ambos en silencio y con los ojos cerrados? aun no encontraba una respuesta.

Pero concentrarse en este lugar sería un reto, esa sensación en su cuerpo volvió, el estar perdida, estar en el sitio de bienvenida a Glyfalia la hizo sentir sin voz sin piernas que usar en la pista del pasto interminable, y aunque no era el mismo punto, no volvería a ver los pastizales del mismo modo en Bezmeck. No se imaginaba lo destrozada que estaba su hermana ahora.

La visión de anoche y ese sentimiento de miedo llego para quedarse en cuanto dio los primeros pasos sin rumbo en aquel lugar, como si cada paso alimentara a las preguntas que le hacían bajar las mejillas: "¿Y, si no puedo controlar a tiempo este poder?" Podría imaginar millones de escenas derrotada, siempre con Erick y su hermana debajo de sus pies, apilados como si solo fueran muñecos de trapo para la reina, a Mingh sentado sobre la pared con una línea roja desde lo más alto, imaginando el sonido de su cuerpo resbalarse tras ser impactado, "¿Y si los pierdo mañana?" Recordaba claramente el rostro del antiguo dueño de esta cabaña, mientras las llamas le comían sin piedad de la sensibilidad del espectador, en donde entre parpadeos el rostro de la víctima cambiaba, al de una Evans, al de muchos Glyfalianos que recordaba a ver visto antes de llegar al castillo, esos niños que solo buscaban una simple pelota en el mundo de juegos de Carolina.

Sintió de nuevo esa vibración en su pecho, sin embargo, el amuleto no se inmuto, no conocía nada sobre su luminoso compañero, sentía un cosquilleo recorriendo su cuello, que la hizo mirar hacia abajo de inmediato, como si todo dependiera de ello, esas sensaciones eran tan notorias por dentro que estaba segura de que desde fuera verían como esa luz recorre su espira dorsal. Se agacho de repente mientras el único pensamiento que le llenaba era sentarse, entonces esta emoción cambio, en sus dedos bailaban las luces que le recorrían desde adentro, no podía verlas, pero al mirar sus palmas sintió cada tacón y vuelta en el Do, las teclas agudas del piano de sus piernas le susurraban que, necesitaba respirar, que bajar la sonrisa no siempre significaba tristeza. Estas exhalaciones fueron el peso que necesitaba aceptar y soltar, la planta frente a ella le llamo, y al cortarla en su mente, su cuerpo floto, al rozar esas hojas pequeñas, esta se fue hacia abajo quedando sin vida, al igual que la demás vegetación que le rodeaba a solo treinta centímetros de su cuerpo, formando un cirulo perfecto alrededor de ella.

Se asombro, lo disfruto, le excito, pero la confusión no le soltó la mano; quiso intentarlo de nuevo, pero no funciono, esta vez las plantas no hicieron ni un movimiento, "¿Por qué?" se preguntó molesta. Cerro los ojos y respiro profundamente, "Esto no debía de ser tan difícil" pensó, así, extendió sus brazos en el aire como si quisiera hacer un ritual empujando el viento con sus codos de lado, inhalo y exhalo un par de veces mientras mantenía sus manos así, tratando de estar en paz y volver a lograr algún cambio, pero las plantas seguían retándola. Tocaba el amuleto con una mano y con la otra intentaba hacer que algo se moviera, como si quisiera dirigir un orquesta enorme con su dedo índice señalando las vegetación fuera del círculo, pero en su mente seguía criticándose por no lograr nada.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora