Cap.5.Pelota roja

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Ambas se miraron, miraron sus manos, sus piernas y cada parte de su cuerpo, lo movieron en detención de algún dolor, pero no hubo ningún rastro de heridas, ni quiera alguna incomodidad muscular de haber estado acostadas en medio de los pastizales, no sabían cuánto llevaban allí, pero ninguna recordaba a ver dormido en ese lugar. Poco a poco su memoria regreso al presente, todos los recuerdos de terror que observaron, los llantos, gritos y la luz roja de fondo, esa sensación volvió y se extrañó de estar en otro sitio, como si todo lo que habían vivido no hubiera pasado. El avión debió quedar en completo desastre, pero el cinturón que debía seguir con ambas no estaba en ningún lugar, ni asientos ni pedazos de aquel invento que quedo arruinado.

—¿Dónde están todos? —pregunto Verónica.

Habían caído desde miles de pies sobre ellas. Y no había rastro de personas, de humo, de escombros, nada. Solo podían ver el sol que las pocas nubes trataban de ocultar, la preocupación se empezó apoderó de ambas. Emily seguía sin responder, solo buscaba con la mirada algún sobreviviente o cualquier cosa que fuera conocida, algo que les diera una pista de lo que había ocurrido. Caminó sin alejarse de Verónica en busca de conocer donde estaban, una idea bastante torpe, pensó justo después de detenerse. ¿Acaso estaba soñando?

—Emyli, ¿¡Qué es lo que hiciste!? —volvió a preguntar, esta vez asustada, perdió la tranquilidad tan de repente que sujeto su cabeza intentando recuperar el control.

Las dudas comían la mente de la mujer mayor, haciéndola caminar rápidamente hacia donde estaba Emyli, la volteo con ambas manos obligando a mirarla, tomo sus hombros y sacudiéndola pregunto lo mismo, ella solo recibió un "No lo sé" por respuesta, eso no la calmaba. La rubia no entendía qué es lo que había ocurrido, pero algo le decía, que debían buscar refugio antes de que anocheciera.

—Cálmate Verónica, yo estoy igual de confundida que tú, pero no es momento de ponernos así, debemos buscar ayuda. —Al menos eso bastó para que su respiración comienza a normalizarse.

Caminaron incómodas por el pasto que les rozaba las piernas descubiertas por los vestidos. Siguieron sin rumbo por treinta minutos, parecía que seguían en el mismo lugar, los árboles, las aves, o alguna persona seguían sin aparecer. Pero el sol corría tras ellas. había pasado una hora y todo seguía exactamente igual, la mirada de Emyli era tranquila y eso preocupa a Verónica, que sospecha cada vez más de su hermana.

—... ¿Sabes dónde estamos? — pregunto mientras seguían caminando, mientras la miraba de reojo manteniendo distancia.

— No, bueno. No lo se

El silencio fue su compañía, hasta que sólo se escuchaba el roce del pasto en cada uno de sus pasos. Hasta que sucedió, un brillo en los ojos en sus rostros al visualizar casas a lo lejos, no les importo la apariencia de esas antiguas casas, tal vez un pequeño pueblo en algún lugar igual de pequeño solo importaba llegar hasta allá, solo debían de encontrar a la persona que las ayudara. Sus pies cansados retomaron energías al ver tal milagro, corrieron, hasta poder ver las casas expandirse, los árboles también empezaron a visualizarse. Estaban a punto de querer quitarse los zapatos altos que torturaban sus pies, mientras imaginaban un sitio acogedor al llegar, con una cama cómoda en algún pequeño hotel de lugar, comida caliente y lo más importante: respuestas.

Un susto las hizo detener sus ilusiones, cuando de pronto una pelota roja reboto delante de ellas a unos cuantos metros, la risa de los niños se escuchaba desde lejos, ese juguete siguió su camino rodando hasta los pies de la chica rubia, quien tomo la pelota en sus manos. Unas pequeñas sombras se aproximaban, mientras menos faltaba para llegar hasta ellas, esas sobras se volvieron extrañas.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora