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Dos semanas después. La señorita seguía con el mismo juego, le regala al hombre sonrisas, miradas, y alguna que otra vez una caricia aun que no lo hacía ver obvio por qué hacía lo mismo con algún que otro hombre.
Una noche, era casi la una de la madrugada cuando ella olvidó algo en su mesa donde se maquillaba, antes de entrar a bastidores escucho a dos mujeres hablando era la Sra. Molly con una joven llamada Dayra, la cual estaba muy asustada le pedía perdón A la Sra, le rogaba perdón.
Alicia llegó y guardó silencio detrás de Elizabeth ambas estaban escuchando en silencio lo ocurrido.

— ¡Perdóneme Sra. Molly haré cual quier cosa que me pida!

— ¡Eres una inútil! ¡Llevadla al sótano!

La joven se tiró al suelo y comenzó a llorar a los pies de la Sra. Molly, estaba desperada, Elizabeth se sintió asustada y dio un paso atrás, Alicia posó su mano en el hombro de la señorita.

— Señorita ¿Está bien?

— ¿Que es el sótano, Alicia?

—El sótano es como la Sra. Molly llama a su burdel el cual es subterráneo para ocultarlo.

Elizabeth sintió un nudo en la garganta y guardó silencio unos segundos para luego alejarse de Alicia y acercarse a Dayra y la madame.

— ¡Señorita Elizabeth, no se acerque! — Dijo Alicia desesperada en un susurro.

— Dele a Dayra otra oportunidad, señora. —la joven miró a la madame a los ojos Segura.

Después de todo ya había arriesgado su vida lo suficiente. La señora se giró hacia ella y la miró con los ojos entrecerrados por un largo tiempo.

— ¿Por que debería hacerlo?

— La necesito, es importante para mi show

— No me dejaré a influenciar tan fácil, ten cuidado con lo que dices o te irás con ella.

— Ella dijo que haría lo que sea —Dijo por último la joven alzando los hombros ligeramente.

—...Bien... Será mejor que mantengas tu palabra, y tu. ¿Lisa, no? Recordare tu nombre — Amenazo ambas para luego irse—

— No te voy agradecer, pero si te lo pagaré.

— Te hice un favor. No un intercambió, al menos aprende modales — Dijo Elizabeth para luego dar media vuelta y marcharse a la habitación que compartía con Alicia.

Al día siguiente la joven tubo un día común como cualquier otro, por la noche cuando era hora del show antes de salir al escenario la Sra. La detuvo.

— Lisa, cuando termines con el show, ve con ese hombre —la Sra. Molly señaló a Juliano a lo lejos— Quiere pasar un rato agradable contigo, compórtate educadamente y dile Don Francesco Juliano.

— Oui, Madame.

La señorita Elizabeth asintió con la cabeza y subió al escenario con sus compañeras, hizo lo mismo de todas la noches cuando terminó se despidió del publico, bajo las escaleras y tomó dos bebidas, una se la tomó y luego tiró y la otra la llevó un su mano para caminar hasta donde se encontraba El Don, el cual nunca dejó de observarla al ver que se acercaba, Elizabeth sentía un nudo en su garganta el cual se hacía cada vez más grande con cada paso, sentía que el lugar se hacía pequeño, nunca había sentido tanta presión. Pero ni eso hacía que su sonrisa se borrara, tampoco perdía su elegante caminar desbordando superioridad.

— Don Juliano. — Dijo la joven con una sonrisa.

— Hola, preciosa ¿Como te llamas? —El hombre se puso de pie y le ofreció la mano a la joven.

— Je m'appelle Lisa... Lisa Dawson —La joven acercó la bebida a su pecho y tomó la mano de Juliano fingiendo timidez eh inocencia, él la obligó a sentarse en su regazo, Elizabeth no tuvo más opción que seguirle el juego. —

— ¿Eres Francesa linda?

— Oui, monsieur — La joven dio una pequeña risa nerviosa al propio y el Don subió una mano a la a su cintura para tomarla con fuerza. — No es su primera ves aquí ¿verdad? je pense que le eh visto antes —Dijo con una sonrisa mientras acariciaba el pecho de Juliano por encima de su traje.

— Debes ser nueva, soy cliente habitual.

Antes de que la señorita pueda responder él se acercó a su cuello para besarlo, la señorita no supo qué hacer solo río ligeramente por la cosquillas que sentía.

— ¿Que piensa de los hombres como yo, Srta. Lisa?

— Sabe, nunca había conocido aún hombre como usted... tan apuesto y astuto — Dijo Elizabeth con una sonrisa pero lo que tenia de astuto definitivamente no lo tenía de apuesto.

— Tienes suerte de haberme conocido entonces

— La joven pasó un pequeño mechón detrás de su oreja— dígame ¿ como son las mujeres como yo?

— Eh visto unas cuantas, pero... es usted más divertida Srta. Liza.

— Elizabeth alzó una ceja sorprendida— ¿Asi? Yo creo que ninguna de las otras señoritas que me dice se parecen a mi.

— Puede que tenga razón — El Don le dio una trago a su bebida y Elizabeth le imitó.

— Fue un gusto Monsieur — La joven se puso de pie y Juliano guardó silencio, la miró de pies a cabeza con una sonrisa macabra como si estuviera al acecho.

—Soy Juliano, señorita

Elizabeth solo le sonrió y dio media vuelta para marcharse de ese lugar, camino de la misma forma con la que llegó, no iba a dejar que el miedo que sentía la despistara.
Entro a bastidores y topo con la suerte de que estaba completamente vacío. Se apoyó a una pared y dio un pesado suspiró, cerró sus ojos y dejó de fingir por unos segundos, el lugar estaba completamente en silencio, solo podía escuchar su corazón agitado, tomó con fuerza el anillo que Vittorio le había regalado y se dejó caer en el suelo, no pudo evitarlo más y dejó salir algunas lágrimas, lo único que la ayudaba a seguir adelante era pensar en Vittorio, hacía esto por el, y por la pequeña niña la cual quien sabe qué cosas desagradables vivía por culpa del hombre con el cual había estado hace unos segundos.

— ¡Señorita! ¿está usted bien? — La señorita Alicia se acercó a ella preocupada y la ayudó ponerse de pie, Elizabeth la miró y se limpió las lágrimas y comenzó a reír—

— Lo logre Alicia, ¡Por fin logre acercarme a él! Esta pesadilla acabará pronto. — Elizabeth tomó de las mejillas a la señorita y le dio un besó en amabas, luego de eso se marchó a su habitación sin decir nada más.

— Ay Señorita... Ojalá y si sea así de fácil — Alicia suspiró y siguió a Elizabeth a la habitación

•𝑃𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜• #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora