En 1920 una joven intenta olvidar su pasado volviendo a la ciudad de los hechos esta vez para estudiar en una Universidad importante y dedicarse a una carrera digna de ella. Pero no cuenta con que su pasado es su destino y su amor del presente y eso...
— ¿Que te pasa Stella? ¿Por que ya no quieres hablarme?
La muchacha le miró con el ceño fruncido y no dijo una palabra, su hermano intentó acercarse a ella para abrazarla. Ella se puso de pie y camino por el gran jardín mientras era perseguida por su hermano mayor.
— ¡Lasciami in pace, Vittorio! — Dijo molesta, mientras arrancaba una mala hierba del jardín, molesta.
— Solo dime por qué estás molesta, ya pasó casi un mes ¡y no quieres hablar conmigo!
— ¿Vez esta mala hierba? — El joven asintió — Tu solías ser como esa bella flor de aya... pura, prudente y sabia... pero te haz convertido en esta hierba, crece donde no se desea y causa daños irreparables. Ese no es mi hermano, por ello no tengo por qué hablarte. Y si sigues así alejarás a todos los que te aman de tu lado y vas a lastimarlos.
El joven guardó silencio y desvió la mirada, las palabras de su hermana le partieron el corazón, en el fondo el sabía que tenía razón pero él quería seguir con su divertida vida sin preocupaciones. La muchacha dio media vuelta y camino en dirección a la entrada de casa. Pero no pudo llegar a esta ya que derrepente está cayo al suelo inconsciente.
— ¡Stella! — El muchacho corrió para tomar en brazos a su hermana y llevarla con sus padres.
— Vittorio... ¿Vitto? ¿Vittooo? — Nino le llamó varias veces hasta que por fin su amigo y Jefe le respondió.
— ¿Hm? — El Don dejó de mirar por la ventana para prestarle atención a Nino el cual iba en la parte delantera al volante.
— Adriano y yo hablábamos de que estás un poco distraído.
— Y con razón. ¿En que pensabas padrino?
— Nada importante. Sigan con lo suyo — Vittorio miró de nuevo por la ventana. Adriano y Nino intercambiaron miradas, el mismo que preguntó sólo alzó los hombros restándole importancia y siguió manejando. Vittorio en cambio por alguna razón se detuvo a pensar en su ahijado Adriano, el cual ahora era huérfano.
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(El es Adriano tiene 17)
El joven Vittorio y su hermano Carlo estaban en el jardín de su casa sentados, miraban el hermoso día y a su hermana jugando con Adriano el cual era un pequeño niño de tan solo 5 años, el pobre había crecido sin una madre pues ella era muy joven cuando le concedió y al nacer ella murio.
— Sabes Vitto. Creo que debería volver a casarme... en el fondo agradezco que tengas esta vida alocada, me llevaste a conocer a Maria... Pero no quiero que mi hijo crezca sin una madre.
— Bueno... es tu decisión, yo creo que el niño es feliz así.
— Non lo so... ya lo pensaré mejor — Carlo posó su mano en el hombro de Vittorio y le dio un besó en la mejilla para ponerse de pie — Fratello... ti amo, y si algo llegara a pasarme, se que cuidarías bien de Adriano, incluso mejor que Stella — El río y le guiño un ojo a su hermano para luego caminar en dirección a su hijo.
