~ Un día después ~
Elizabeth se había cansado de llorar y se quedó dormida en los brazos de su madre, ella con un poco de dificultad la llevó a su habitación y la dejó descansando hasta el día siguiente.
Había estado llorando cual magdalena toda la noche, sus ojos estaban rojos y eh hinchados del cansancio de llorar.
Quería quedarse en cama llorando todo el día, si quiera había comido. Estaba en un tipo de shock depresivo en el cual no sabía hacer otra cosa más que llorar.— Elizabeth levántate. Ya es suficiente de esto, tienes que ir a trabajar o te van a despedir y ahora si estar en problemas.
— Pero mamá, no ves la cara que tengo.
— No me importa. Ve a ducharte y solo ponte unas gafas de sol. Ve a trabajar.
Suspiro y se puso de pie. Hizo todo lo que su madre le dijo y salió de casa. Una vez más caminando hacia su trabajo.
Curiosamente cuando estaba ella entrando Edmund estaba saliendo, seguramente se dirigía a una entrevista.— ¡Elizabeth! Qué bueno verte, no hemos sabido nada de ti en 2 días. ¿Te encuentras bien?
— Lo lamentó, no quería preocuparlos, estoy bien... ¡Davis!
Su compañero claramente no se tragaba el cuento de que estaba bien, era obvio que algo le había pasado, le arrebató las gafas de sol y exhibió como la joven había llorado quien sabe cuántas horas.
— Elizabeth... me dirás ahora mismo que te sucedió.
— Davis... Es un asunto personal, no creo que te interese mi vida amorosa.
— Bueno... si es lo que estoy pensando , cualquiera sería un tonto si no sabe valorarte. Ven conmigo, te tomarás el día libre.
— No Davis, si falto un día mas el Sr Kane me va a despedir.
— No lo hará.
Antes de que la joven pueda quejarse, Davis le tomó de la mano para obligarla a seguirle. Se subieron a su coche y él solamente comenzó a conducir sin decirle a Elizabeth adonde se dirigían.
— Olvídate de todo por hoy Elizabeth, haremos solamente cosas de tu agrado. Dime todo lo que te gusta.
— Bueno... me gusta leer, mi madre dice que canto bien y me gustan mucho los museos de cultura, las pinturas y esculturas. Cuando estaba pequeña solía hacer mis propias esculturas en las piedras de casa. Uno de mis sueños es abrir un museo y otro es viajar a Francia, probar sus comidas y demás. De hecho también se hablar Frances eh Italiano aparte del inglés.
— Valla Elizabeth, al parecer te gusta el verdadero Arte. ¿Cómo es que sabes esos otros idiomas?
— Mi padre... gracias a él estuve en los mejores colegios, se esforzaba demasiado en su trabajo... Era capaz de dar su vida si así me daba un buen futuro.
— Sin duda es un gran hombre.
— Lo era...
— Bueno. Para tu suerte puedo ayudarte con tu sueño de viajar a Francia. Todos los años viajo con un grupo de amigos a Paris, una persona que hable francés no vendría nada mal.
— Agradezco su amabilidad Davis, pero no tengo dinero para viajar.
— No te preocupes. Yo lo pagaré
— no pienso aceptar eso Davis
— Señorita por favor, acepte esto, se bien que usted es una mujer con principios y valores, si lo desea iré hablar con tu madre para conseguir su permiso.
— Ya hablaremos de eso, dime... ¿a donde me lleva Edmund?
— A un restaurante italiano llamado Vesubio. ¿A probado la comida Italiana alguna vez?
— M-más de las que cree... por qué mejor no vamos a otro restaurante, eh ido varias veces a ese, me gustaría probar algo nuevo.
— Entonces si usted lo conoce, mejor yo nunca la he probado con tu opinión será más fácil, venga vamos.
— vale... por qué no.
Elizabeth miró por la ventana, lo único que le pedía a Dios era por que Vittorio no se encontrara ahí, ella creía que el era el dueño del restaurante y si no lo era pues le encantaba visitarlo siempre.
No podía tener tanta mala suerte como para que él se encontrar ahí.Cuando llegaron todo estaba normal, no reconocía ningún coche y no habían hombres en la entrada, había tenido suerte por primera vez en su vida.
Entraron con normalidad y tomaron lugar en una de las mesas, Elizabeth solo podía mirar el lugar donde solía sentarse y pasar su tiempo junto a Vittorio...—...¿Liza? ¿Elizabeth?
— Oh lo lamento, dime.
— Nisiquiera te diste cuenta de que ya te dieron el menú, el camarero parecía que te conocía.
— Bueno ya te dije, eh comido varias veces aquí...
— Bien dime, ¿que me recomiendas?
— Bueno, mis favoritos son las pastas Sicilianas, y también Ossobuco, pero tu que eres nuevo puedes probar lasaña.
— Bien, seguiré tu consejo.
Elizabeth le sonrió de lado y siguió mirando la mesa de enfundó la cual estaba vacía, apenas había pasado unas horas desde ese momento, la pobre muchacha no podía entender que había hecho mal, cuál fue su error para que Vittorio quisiera alejarla de su vida así de la nada.
Se pasó toda la comida en silencio, Davis intentaba hacer cualquier cosa por sacarle una sonrisa pero no había forma.
Davis se preguntaba qué le había pasado como para que ella estuviera en un estado tan depresivo.
Derrepente unos hombres un poco peculiares entraron en el lugar para ponerse en parejas en siertas partes del local, Elizabeth sabía que iba a pasar y comenzó a ponerse nerviosa, incluso Davis aprecio bien que sus ojos comenzaban a transparentarse.— Davias... Es hora de irnos.
— Pero ¿y tú comida?
— No importa... por favor vámonos.
Edmund se acercó a ella para ayudarla a levantarse y salir del lugar. Justo cuando Elizabeth salió, al frente de ella estaba el coche del Don el cual estaba apunto de entrar en el lugar. Ambos se miraron a los ojos sin decir nada. La joven tenía sus ojos cristalizados apunto de comenzar a llorar denuevo, mientras que Vittorio no expresaba nada, era una mirada fría pero en el fondo de su corazón quería dirigirle la palabra por más mínima que fuera.
— Davis, por favor espérame en el coche.
— Nino, entra y espérame.
Ambos asintieron confundidos eh hicieron lo que les pidieron.
— No tengo mucho tiempo señorita.
— Vittorio, por favor. Por qué haces esto, di mi vida por ti.
— Eh decidido seguir mi camino solo. No es de su incumbencia.
Vittorio no dijo nada más y pasó a su lado ignorándola y entró al lugar.
Elizabeth no sabía que hacer. Solamente miró al cielo y no pudo seguir reteniendo sus lágrimas, quería gritar, solamente quería una explicación.
Entro en el coche y tapo su rostro con ambas manos para dejar salir sus lágrimas, Davis creía a ver entendido todo. Ese hombre le había roto el corazón, pero por como él actúa parecía más bien que él le echaba la culpa a ella por algo.
Sin saber qué hacer para poder alegrar a su amiga y compañera solo se acercó y la abrazó. Eliza no supo que hacer al principio pero luego sólo acepto y cuando estaba un poco calmada se quedó quieta en el pecho de Edmund escuchando su calmado corazón.— ¿Puedes llevarme a casa?
— Claro... ¿Quieres hablar de esto cariño?
La joven simplemente movió su cabeza en forma de negación y volvió a mirar por la ventana el paisaje pasar. Aun que no lo iba a decir apreciaba mucho tener a un amigo como Davis en ese momento apoyándola.
ESTÁS LEYENDO
•𝑃𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜• #1
FanfictionEn 1920 una joven intenta olvidar su pasado volviendo a la ciudad de los hechos esta vez para estudiar en una Universidad importante y dedicarse a una carrera digna de ella. Pero no cuenta con que su pasado es su destino y su amor del presente y eso...