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Elizabeth suspiró y salió del consultorio de ese Doctor sin decir una palabra.
Leonard la siguió sin entender por qué estaba molesta, se subió a al coche al lado de ella y la miró. En silencio por un tiempo.

— ¿por qué estás molesta?

— No lo estoy.

— Es una buena noticia. Deberías alegrarte.

— Leonard... es que no se si esté lista para ser madre en este momento .

— Se que puede sonar aterrador, pero no lo es.

— ¿Como lo sabes? Siquiera tienes hijos. — El joven sonrió y alzó los brazos.

— Créeme, solo lo sé.

La señorita Elizabeth rodó los ojos y abrazó a Leonard.

— Eres un buen amigo, no sé qué haría sin ti

Leonard la llevó devuelta a la sala del Gorrión.
Llegó Justo a tiempo para bailar. Vittorio sabía que ahora Juliano tomaría a Elizabeth cuando quisiera dando a entender que ahora ella era suya, por eso no quería que volviera, pero Elizabeth aún seguía insistiendo.

Por otro lado Vittorio se había dado cuenta que uno se sus mejores hombres era un traidor, y debía solucionar esto.
Llevaron al hombre que Elizabeth había disparado algún lugar donde nadie le escucharía y lo sentaron ahí solo, sin compañía absoluta ni mínimo rayo de luz o el mínimo ruido, realmente no le hicieron daño solo dejaron que el solo se torturara y soltara palabras sin preguntarle.

Se creía que los Sicilianos preferían hacer las cosas de la manera más sangrienta, pero aún que a veces se manchaban las manos preferían sin lugar a dudas operaciones discretas, que no llamaran la atención.

— Filippo y sus hombres, ellos son los traidores que me dejaron entrar, se vendieron a Juliano. ¡pietà per favore pietà! —Harto de los lamentos del hombre Vittorio se acercó a él, guardó silencio para tirar su cigarrillo al suelo y aplastarlo con su zapato.

— chiedi pietà per non averla con me... ¿Es gracioso no Nino? — Nino soltó una risa, el se encontraba detrás del hombre listo para recibir la señal de su Jefe y estrangular al hombre el cual sabía lo que se venía cuando escucho la risa detrás de él.

Vittorio solo observó como el hombre moría con un ligero brillo en sus ojos pues se imaginaba que ese hombre era Juliano.
Nino dejó el cuerpo sin vida en el suelo y él junto a su jefe de alejaron para acercarse donde se encontraban los demás subordinados.
El Don les dio órdenes a sus hombres, Filippo y suyos se encontraba afuera de aquel lugar vigilando que que no se acercara nadie.
Los que estaban dentro debían salir en silencio y dispararle a los traidores.
Nino y Vittorio se encargarían de Fillipo.

Era uno noche lluviosa pero silenciosa.
Los primeros hombres que salieron de aquel edificio abandonado fueron los de mejor puntería los cuales acabaron con varios hombres con facilidad, pero los otros hombres se dieron cuenta, se defendieron comenzando fuego cruzado.

Aun que lo intentaran Don Puzo tenía esa pequeña victoria asegurada.
Con hombres de su lado por todas partes, adentro del edificio en las mejores localizaciones y fuera con el mismo plan.
Rodearon a los traidores dejándoles sin salida acabando con ellos en segundos.

Filippo se encontraba fuera de la pequeña trampa, se dejó caer de rodillas desesperado mirando como todos sus hombres caían, vio la imponente figura del Don acercarse a él con el arma en la mano apuntándole, él se puso de pie eh hizo lo mismo.

— Sei un traditore. ¿E pensi di poter morire in piedi?

— ¡No moriré hoy Vittorio! — El le quitó el seguro a su pistola, Vitto solo sonrió de lado. — ¿su última palabra será una risa? Esa sonrisa se le borrará cuando su querida Elisabetta tenga un agujero en la cabeza. — De inmediato Vittorio cambió su expresión a una sería.

•𝑃𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜• #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora