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Antes de lo que Elisabetta imagino, después de un mes y una semana en Sicilia abordó el barco que la llevaría devuelta America junto con Luca Feretti y sus hombres.

—ci separeremo quando arriveremo, quando sarai con Vittorio digli che hai viaggiato con me, ma non dirgli il mio piano...

— Come desideri, signorina.

Una semana después ella puso sus pies en suelo neoyorquino, se despidió de los hombres con los que viajó y tomó su equipaje para bajarse.
La joven pagó un hotel algo fino, él mismo donde una vez Juliano le había llevado, se instaló ahí como si fuera su casa y el baño si oficina privada.
Colocó algunas fotos de personas y direcciones y una de Jessica y Amy en el medio, todas eran unidas por un lazo rojo.  
Abrió la maleta y saco las armas que le habían dado, dejó algunas en puntos estratégicos del lugar, perfectamente escondidos
Preparo la tina y se quedó ahí algunos minutos mientras miraba las fotos que colgaban en la pared pensando y analizando cada paso que daría, al salir se maquillo y peino, miró al espejo su cuerpo desnudo, apreciando así su vientre el cual ahora era más pronunciado poniéndola más en evidencia, se acarició ligeramente y tomó un corsé para ponérselo, no lo tallo tanto claramente, solo lo justo para que nadie notara su estado, se puso un vestido fino y elegante. Mientras se preparaba en su cabeza sonaba una y otra vez la canción que su padre le solía dedicar todos los días.
(La canción de arriba)

— Anche se avverso il destino domani sarà. Oggi tu sono vicino... ¿perche suspirar? — Canto la joven, mientras terminaba de vestirse y peinarse, se miró una última vez al espejo y suspiró — Después de tantos años, por fin tengo una respuesta a eso papá... no estás a mi lado.

La muchacha hizo una pequeña mueca triste, pero rápidamente su expresión cambió a una seria, se dio la vuelta y alistó un bolso un poco más grande no de mano, uno que colgaba de lado y lo oculto con una gabardina, guardó en el dinero y un arma más grande, y entre su media una más pequeña.
Repasó su plan una última vez y salió del lugar, cuando estaba en recepción le dio las llaves a una de las recepcionistas, la misma que le dio las llaves a ella.

— Dele estas llaves a Vittorio Puzo, cuando llegue a este lugar. —la recepcionista asintió.

Salió del hotel y tomó un taxi, un taxi que la llevó a la Villa de Juliano.
Esa vez estuvo de suerte, Juliano iba saliendo, estaba por entrar a uno de sus coches.
Elizabeth se bajo rápido del taxi y desde el otro lado de la calle llamo completamente la atensión de Jualiano.

— ¡Frankie! ¡Francesco cariño! — La muchacha dijo su nombre con una gran sonrisa entusiasmada, cruzó la calle y saltó a los brazos de Juliano.

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•𝑃𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜• #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora