Hades y Perséfone. ???? [Editando]

El fin del invierno.

La luz del amanecer falso en el castillo entró por la ventana. Perséfone se despertó y se incorporó, estirando sus brazos y bostezando. La noche había sido muy ajetreada con Hades.

Se levantó de la cama al notar que su esposo no estaba y se vistió con su vestido blanco, el que su madre le había regalado. Salió de la recámara y se dirigió al comedor.

Entrando, notó que Hades no estaba solo.

—Buenos días.—Musitó la diosa.

—Hola Pers, ¿Cómo te va? Te ves muy bien.

Hermes estaba sentado al lado contrario de Hades, o sea en el lugar de la reina, pero eso no le molestó pues el joven dios y ella eran amigos ya de tiempo.

—Hermes, ¿qué haces aquí?

La diosa se sentó a lado de su esposo mientras agarraba un plato con uvas y fresas.

—A venido a dejarme un mensaje de tu madre.—Se apresuró a decir Hades.

Los ojos de Perséfone se posaron ahora en su esposo.

—¿Mensaje?

—Deméter quiere que te deje en el bosque la semana que viene, y bueno, ya casi es primavera.

Hades parecía molesto. No había expresión en su cara pero sus ojos destellaban brillos dorados. La diosa prefirió no preguntar nada más, era mejor cuando estuvieran solos.

La verdad es que amaba a su madre y también extrañaba a sus amigas y el bosque, pero dejar a Hades le partía el alma. Sin embargo Zeus había decidió ya aquello.

—Entiendo.—Dijo ella.—Por cierto, hoy vendrán Hebe y su familia.

—¿Y por qué yo no lo sabía?—Cuestionó Hades, molesto.

—La invité en la fiesta de Hera... no pensé que fuera malo.

—Siempre tan linda.—Comentó Hermes.— Y creo que una familia como ellos les alegraría el día. Aquí abajo puede ser muy aburrido, y lo digo por experiencia.

El joven dios asintió para sí mismo mientras Perséfone notó la irritación de su esposo creciendo.

—Hermes, ¿Podrías decirle a mi madre que la veo en el lago el próximo domingo? Por favor.

—La señora Deméter estará feliz, Pers.

Hermes se apresuró a levantarse de su silla mientras agarraba otro pedazo de pan y queso.

—Los veré pronto.

Dijo y salió volando rápidamente de ahí. El silencio reinó en el comedor. Hades comió un poco de su desayuno y se limitó a ignorar la mirada curiosa de su esposa.

—¿Qué pasa?—Preguntó ella.

—Nada.—Dijo él mientras seguía sin mirarla.

—Algo te molesta, lo sé.—Perséfone trató de acariciar el cabello de su esposo, pero Hades alejó su mano con un gesto irritado.— Hades...

La diosa frunció el ceño y se acomodó en su asiento, pero seguía mirando a su esposo.
Sin embargo, Hades no la miraba y mucho menos le hablaba.

—Oye, háblame. Sabes que las cosas no se solucionan de esta manera.

El dios frunció el ceño mientras dejaba caer sus cubiertos en la mesa y miraba a su esposa, parecía muy enojado, y ella notó aquellas chispas doradas en su mirada. Hades nunca le había hablado de esa manera, así que la pelirroja se asustó un poco.