El regreso.

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—El tiempo vuela cuando estás con la persona que amas.

El rey del inframundo estaba recostado sobre la cama mientras miraba a su esposa, quien se cambiaba de ropa al otro lado de la habitación.

—Lo sé.—Respondió ella tranquilamente.— Será poco, y verás que volveremos a estar juntos antes de lo que te imaginas.

Hades mantenía una expresión triste. Había llegado el día de llevar a Perséfone con su madre y su pecho pesaba terriblemente.

—Supongo.—Dijo finalmente mientras se levantaba.— Iré a verte todas las noches.

—Te esperaré con ansias.

El dios se acercó a abrazar a su esposa. La pegó con fuerza contra su cuerpo e inhaló el aroma fresco de su cabello. La nostalgia era inevitable.

—Te amo, Perséfone.—Empezó a susurrar él mientras besaba su frente.— Te necesito conmigo.

—Hades...—La pelirroja se aferró a su esposo y sus ojos se llenaron de lágrimas.— Eres un tonto, he estado evitando llorar y tú te pones así.

—Me siento vacío, y ni siquiera te haz ido.

—Ve conmigo todas las noches.—Perséfone lo besó en la comisura de los labios. — Estoy segura de que mi madre no se opondrá.

—Seguro.—Hades esbozó una sonrisa muy ligera. No quería entristecer más a su esposa.—

Perséfone llevaba puesto su vestido blanco corto con el que había llegado ahí. Su cabello estaba peinado en una larga coleta y su flequillo estaba alborotado. Hades por su lado, se había puesto un traje negro, como generalmente andaba.

—¿Estás lista?

—Claro que si.

Ambos se tomaron de las manos y salieron de su habitación. Fuera del castillo, el carruaje esperaba. Después de unos minutos el camino del bosque se abría ante ellos. Perséfone mantenía una expresión impecable, miraba por la ventana mientras su esposo la observaba a ella.

—Nunca hablamos de cómo es que terminaste queriéndome.

—¿Huh?—La pelirroja posó su mirada sobre su compañero mientras alzaba ambas cejas

—Si, ya sabes a qué me refiero.

—Veamos... al principio me dabas miedo, y cómo no, si me tomaste por la fuerza.

—Obviamente.

—Pero la verdad, es que bajo ese manto oscuro y lúgubre... hay un enorme corazón.

Ambos dioses se inclinaron y besaron apasionadamente tras el comentario de la pelirroja. Hades se sintió bien y muy feliz.

El carruaje se detuvo frente a la enorme casa de Deméter que estaba en el bosque. Bajaron y juntos entraron en los jardines.

Deméter salió de su mansión y abrió sus brazos para recibir a su hija en un cálido abrazo maternal.

—Que gusto verte, mi niña.

—Hola mamá. También me alegro de verte.—Dijo la joven mientras correspondía al abrazo.

Hades se quedó un poco serio, pues Deméter lo había empujado un poco ante aquel abrazo.
Su hermana por fin soltó a Perséfone y él la volvió a tomar de la mano.

—Se que está de más pedirte que la cuides.—Empezó a decir él.— Cuídense las dos, y si me necesitan estaré siempre cerca.

Aquello era una promesa. El dios no estaba dispuesto a que otros héroes o malhechores le hicieran algo a su esposa, así que se mantendría al tanto.

Hades y Perséfone. ???? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora