El rey del inframundo se despertó por la mañana muy temprano. Ni siquiera tomó su desayuno habitual junto a Tánatos cuando salió a toda prisa hacia el bosque, en búsqueda de su reina.
El sol ya había salido e iluminaba la mayoría del bosque, aunque el viento que corría era helado aún. El dios se dirigió hacia el río. En los últimos días había notado que aquel lugar era frecuentado diariamente por la pelirroja y las ninfas. Al llegar escuchó el chapoteo del agua, ¡pero que buena suerte! ambas ninfas ya se encontraban sumergidas en el agua, pero la diosa estaba ligeramente apartada de la orilla mientras retiraba unas cuantas florecillas de su cabellera rojiza. Él se acercó sigilosamente hasta quedar muy cerca de Pers, aunque ésta no se había percatado.
—¡Vamos, entra al agua!—Una de las ninfas gritó desde en medio del río y volvió a sumergirse.
La diosa se sacó su pequeño vestido rosa y lo dejó sobre una enorme roca cerca de la orilla. Hades se movió de prisa, necesitaba hacer aquello rápido y sin que nadie lo viera. Lo último que vio Perséfone fue una sombra proveniente del bosque antes de que su vista se nublara y perdiera el conocimiento.
Démeter recorría el mismo camino de tofos los días, a su lado corría el río de aguas cautelosas y claras. A lo lejos notó dos figuras, las ninfas se veían algo asustadas, la diosa sintió que un escalofrío recorría su espalda.
—¿Qué sucede?—Preguntó mientras se acercaba rápidamente a ellas.
—Señora Démeter—Las jovencitas la miraron, ahora el miedo era mucho más evidente en sus ojos—. Pers...su hija...
Démeter abrió los ojos como platos. ¿Perdida? ¡Su hija estaba perdida! Con rapidez comenzó a buscarla en los alrededores del lugar, aunque lo único que pudo encontrar fue el vestido que había caído de la roca y se encontraba mojado y lleno del lodo que había en la orilla del río.
En el inframundo, Perséfone abrió los ojos, la luz de la habitación era algo tenue, por lo que no le costó demasiado acostumbrarse. El silencio era sepulcral en aquel lugar, era seguro que no se encontraba en el bosque o en casa de su madre. Pudo recordar el río, las ninfas...y esa sombra que se había abalanzado sobre ella haciéndola desmayar. Aunque todo estaba ligeramente borroso. Salió de la cama y notó que, a pesar de haber estado casi denuda antes de desmayarse, ahora traía puesta una bata negra de seda que llegaba a mitad de sus piernas y sin mangas.
Cuando puso atención a su alrededor, notó que era una habitación casi vacía, excepto por la cama, que era enorme. Un clóset, la mesa de noche y un baúl al pie de la cama. El lugar olía a limpio y a lilas, aunque había otro aroma, uno que nunca había captado y que le parecía muy raro.
El ruido de la puerta la hizo dar un respingo, cuando se abrió completamente notó a un hombre alto, de piel blanca y cabello azabache. Sus ojos se toparon con los de ella y eso la intimidó. Sabía que había visto su rostro en alguna parte, solo que en ese momento no podía recordarlo...
Hades comenzó a acercarse lentamente. Un ligero temblor recorrió las piernas de la pelirroja quien retrocedió lentamente hasta estar nuevamente junto a la cama.
—¿Quién eres?—Su voz sonó un poco más aguda de lo que ella hubiera querido, estaba asustada pero no deseaba demostrarlo.
—Bienvenida...
La voz profunda de Hades la hizo sentir un escalofrío y su pulso se aceleró. El dios se acercó aún más, hasta quedar frente a ella. Sus ojos destellaban motas doradas, no podía evitar estar tan emocionado, al fin la tenía.
—Mi nombre es Hades—Empezó a decir tranquilamente—. Dios del inframundo. Creo que nunca nos habíamos visto...No suelo asistir a los eventos de Zeus y Hera.
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Hades y Perséfone. ???? [Editando]
FanfictionCuando el dios del inframundo decidió dar un largo paseo atráves del precioso bosque en donde su hermana Deméter habitaba junto a su hija, notó la belleza de una nueva flor, la más hermosa y virgen flor que jamás sus ojos habían visto. su deseo por...