Última pelea.

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Behemot se alzaba sobre los dioses, de su cuerpo seguían emanando gases y parecía estar a punto de volver a soltar púas.

Gabriel y Leviathan estaban frente a los demás, tratando de protegerlos.

—¿Puedes convertirte?—Preguntó el demonio.

—No tengo la energía.—Respondió Leviathan.—Necesitaría obtenerla... de ti o de cualquier dios olímpico.

El ángel se giró para mirar a los dioses. Deméter seguía bien al igual que Poseidón, aunque de éste último no esperaba un "si" como respuesta, pues desde un inicio había tenido un choque con la demonio.

—Tú mejor que nadie conoces a Behemot.—Dijo Gabriel.— Así que cuánto contigo.

Ambos se miraron, Gabriel extendió su mano hacia ella y su energía divina comenzó a ser absorbida por ella. El cabello de la demonio se tornó de un color rubio.

—No fallaré.

Tras decir aquello, Leviathan avanzó hacia Behemot, y antes de llegar hasta él, su cuerpo se transformó de una manera similar a la de él. Era enorme, de piel pálida y ojos huecos, sus garras eran largas y sus colmillos filosos como navajas.

Ambos demonios comenzaron a pelear, aunque la fuerza de Behemot parecía superar a la de Leviathan, ésta se encontraba dándole bastante pelea, repeliendo sus golpes y púas que él lanzaba hacia los dioses.

Esto les dio tiempo de llevar a los heridos a una zona más alejada. Gabriel se sentó a un lado de Hécate y Hades, quienes estaban inconscientes y comenzaban a sudar.

—¿Estarás bien?—Preguntó la diosa de la primavera mientras miraba en dirección a la pelea.

—Me preocuparía más por ellos.—Dijo él, mirando a Hécate.— Sino matamos a ese demonio, el veneno de su mana seguirá afectándolos.

Deméter simplemente asintió mientras comenzaba a ir hacia la pelea, sus puños estaban apretados, se sentía enojada y no iba a permitir que un simple demonio echara a perder el reino que tanto a ella como a sus hermanos les había costado levantar. Recogió la espada que Gabriel había dejado caer hacía ya unos minutos. El ángel estaba muy débil y apenas se mantenía despierto.

Deméter se lanzó sobre Behemot, esquivando a Leviathan. Hundió la espada larga en la espalda del demonio e hizo un enorme corte. Leviathan aprovechó aquella distracción y se apresuró a enterrar sus garras en el estómago de Behemot. El demonio soltó un fuerte rugido y miró a su compañera con los ojos llenos de furia, pero ni siquiera pudo reaccionar, pues la espada de Deméter nuevamente se hundió en su podrida carne, pero esta vez en el cuello, haciendo una enorme herida.

Sin embargo, la diosa recibió un fuerte manotazo del demonio, haciéndola caer y golpearse fuertemente contra el piso.

Mientras esto ocurría, Poseidón se acercó al ángel.

—¿Cómo vamos a sellarlo?—Preguntó el dios.

—A éstas alturas, no se si sea posible.—Confesó Gabriel.— La energía de Hera está en él, y hasta donde sé, ustedes no pueden ser sellados de la misma forma que ellos.

—Mierda. ¿Y qué propones? Se supone que tú y tu amiga nos ayudarían.

—Tiene la energía de Hera, lo que significa que uno de ustedes puede matarlo.—El ángel siguió hablando.—Su ventaja es su desventaja a fin de cuentas.

El rey del mar no dijo nada más y decidió ayudar a su hermana. Deméter ya estaba de pie nuevamente, de su cabeza emanaba un hilo de sangre dorada.

Hades y Perséfone. ???? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora