Épilogo.

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Zeus se encontraba en su oficina leyendo algunas cosas sobre el internado.  La graduación ya había pasado y sólo faltaba el baile de despedida al cuál todo los dioses estaban invitados.

Hera irrumpió en la habitación. Llevaba varias hojas.

La diosa lucían un bonito vestido color perla con tacones negros y el cabello rubio suelto que llegaba hasta sus pompis.

—¿Tienes la lista?—Preguntó el dios y alzó su vista hacia su esposa.

—Claro.—Respondió ella y entró cerrando la puerta detrás de sí.

La rubia dejó las hojas en el escritorio y se dio media vuelta. Zeus la sujetó de la muñeca y la detuvo.

—¿Vas a perdonarme?—Preguntó él.

—No. Ya no, Zeus.

—Te prometo que no volverá a pasar...

—¡Siempre me dices eso!—La diosa se soltó del agarre de su esposo.— Estoy harta de ser la burla de tus amantes.

—Lo sé... pero de verdad esto no volverá a pasar.

—No. Y no importa lo que digas, no cederé.

Al decir aquello, salió de la oficina. La puerta se azotó detrás de ella y Zeus sólo suspiró.

La diosa se encaminó a través de los pasillos del enorme edificio. Algunos jóvenes se veían entrando y saliendo de los salones pues debían recoger todas sus cosas para volver a casa.

—Señora Hera...

La voz de María sacó a la diosa de sus pensamientos.

—Oh, hola niña. ¿Qué sucede?

—Sólo quería decirle que me a gustado bastante ser presidenta del consejo estudiantil.

—María.—Hera esbozó una ligera sonrisa y acarició el cabello dorado de la joven.— Eras la indicada. Y no me lo agradezcas.

La joven asintió tímidamente y se alejó de la diosa.

María era buena en lo que hacía. Era excelente  utilizando la magia de todo tipo. Y era mejor amiga de Macaria. Ésta última se encontró con su amiga en su dormitorio.

Mac estaba guardando algunos libros y ropa en su maleta.

—¿Dónde estabas? Te busqué.—Dijo la diosa.

Macaria era una joven de mediana estatura. Su cabello era mitad rojo y mitad negro, pero tenía los ojos de su madre.

—Sólo fui a decirle algunas cosas a Hera. ¿Ya estás lista? Mi madre debe estar por llegar.

—¡Lista! Y me alegro de que Hécate nos lleve a casa. Mis padres estaban algo ocupados.

—No hay problema.

María tomó su maleta justo a tiempo pues Hécate asomó la cabeza a través de la puerta.

—Hola niñas. ¿Todo bien?

—Mamá.—La rubia se apresuró a abrazar a su progenitora.— Te extrañaba.

—Vámonos a casa.—Dijo la diosa y besó la frente de su hija.— ¿Lista Mac?

—Claro que si.—Respondió la joven.

Aquel internado era del tamaño de cuatro mansiones y estaba rodeado por una cerca y jardines. La entrada principal era una enorme puerta de roble.

Las tres se encaminaron a salir del lugar. En la entrada se toparon con Hermès.

—¿Ya vienes a ingresar?—Hécate detuvo al dios.

Hades y Perséfone. ???? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora