Teseo y Pirítoo 2.

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El castillo de Hades se levantaba imponente sobre una gran pendiente. Había unas largas escaleras que subir para poder llegar a la puerta, enorme y de un acero muy oscuro.

La Ninfa se perdió después de haberlos dejado ahí, su plan era buscar a Hades y distraerlo mientras los jóvenes guerreros se llevaban a Perséfone.

Fue por la parte de atrás, por donde se encontraba el enorme huerto. Iba con cuidado pues algunas veces Hécate se andaba por ahí también. Sin embargo, lo único que escuchó fueron un par de voces conocidas. Era su amado con la diosa. Ambos estaban echados sobre el césped verde y frondoso, al rededor de Perséfone crecían pequeñas flores blancas, pues la diosa estaba feliz y se reflejaba en las plantas de su alrededor.

—¿Y entonces qué opinas?—Preguntaba Hades.
—No lo sé, querido. ¿No es pronto?
—¿Pronto? Pronto te irás con tu madre, y no voy a verte en mucho tiempo.

Aquel comentario formó una norme sonrisa en Mente. Anhelaba poder estar nuevamente con su señor.

—Lo sé. No quisiera irme, no quiero dejarte solo.—El semblante de la joven se ensombreció.
—No te pongas triste, te visitaré.
—Mi madre te mataría.
—Me convertiré en un cuervo, en un conejo, en lo que sea. Siempre negro para que sepas que soy yo.
—Yo te amo.—Perséfone lo abrazó y besó su barbilla.— Estaré feliz de saber que estás conmigo.

La ninfa se puso de color rojo al oír eso. Lo que Hades le decía era demasiado romántico. Odiaba que la pelirroja recibiera todo eso de él.

—¿Y entonces qué piensas de mí propuesta?

Perséfone se sonrojó y desvió la mirada. Se separó un poco de él y miró hacia la fuente. Hacia ya tiempo que Hades había colocado un par de peces ahí. Amaba esos pequeños detalles.

Pero ahora la fuente tenía tres peces.

—Nunca he pensado en tener hijos.—Respondió ella finalmente.—Pero ahora que he estado contigo, creo que quiero una familia. Una enorme y feliz familia.
—¿Eso es un si?

Los ojos de Hades resplandecieron ante aquello, se giró de lado, apoyando su peso sobre su codo y rodeando la cintura de su esposa con su otro brazo.

—Si, si.—Respondió Perséfone de manera animada mientras colocaba sus manos sobre su vientre.—Sería Perfecto llevar a nuestro hijo.

Tardaron casi veinte minutos en subir las escaleras, parecía que no se acababan.

—¿Ves algo?—Preguntó Teseo.
—No parece haber nadie.—Dijo Pirítoo.

Los dos jóvenes llegaron al fin frente a las puertas del castillo. Habían ideado un plan mediante subían, no se esconderían, sino que entrarían de frente y engañarían al dios.

Cuando Teseo iba a tocar la puerta, ésta se abrió antes, dejando ver a un hombre alto, de cabello negro como la noche y piel muy pálida, casi azulada. Sus mirada se posó sobre los dos jóvenes.

—Muchachos.—Saludó Hades.—Bienvenidos. ¿Qué hacen dos chicos tan apuestos por aquí?

Los dos jóvenes se miraron entre sí, desconcertados por la actitud del dios.

—Dijeron que el inframundo era increíble.—Respondió Piritoo.—Y quisimos verlo nosotros mismos.

El silencio reino entre los tres. Los héroes esperaban a que Hades creyera aquella excusa barata.

—Bien.

Fue lo único que dijo el dios mientras una sonrisa amigable se dibujaba en sus labios.

Hades y Perséfone. ???? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora