Guerra.

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El cielo estaba nublado, Zeus se encontraba de mal humor. Si bien ahora tenían una ventaja, estaba preocupado por Hera. La había visto muy mal.

Los dioses que participarían en aquella pelea eran: Zeus, Hades, Poseidón, Deméter, Hestia, Ares, Hécate, Hermes y Artemisa. Los demás se quedarían protegiendo el Olimpo, o lo que quedaba de este.

La mayoría portaba ya alguna armadura o arma. Se encontraban en el salón principal esperando a Hermes y Artemisa, quienes habían salido en búsqueda del demonio.

Hades se aproximó a su hermana Deméter. Ella estaba en la puerta mirando hacia la nada.

—¿Estás bien?—Preguntó él.

—Si, claro.—Dijo ella.— Solo pienso en Perséfone. La vi realmente mal.

—Estará bien, es fuerte.

—No hables como si la conocieras mejor que yo.—Deméter frunció el ceño y se cruzó de brazos.— Sé que es fuerte, creo que incluso será más que yo.

—¿Algún día vas a perdonarme?—Dijo Hades un poco irritado.

—Por ahora no.—Dijo la diosa y sonrió al ver la cara de decepción en Hades.— Al menos en este siglo.

Después de decir aquello, Deméter se marchó de ahí. El viento estaba soplando y la brisa era húmeda.

Pasadas unas horas, los jóvenes dioses volvieron. Todos los demás se acercaron a escucharlos.

—Hemos visto una masiva destrucción en Agios, muy cerca de la costa.—Dijo Hermes.

—Es bastante parecida a la peste del bosque.—Confirmó Artemisa.

—Entonces ya sabemos a donde dirigirnos.—Zeus y los demás se miraron entre sí y asintieron.— El tiempo es oro, vámonos.

Los dioses salieron del Olimpo, algunos volando por si mismos, Hécate era llevada por Hermes nuevamente, Leviathan y Gabriel iban a lado a lado con el dios del rayo.

El camino era de una hora, y mientras el tiempo pasaba, algunas miradas nerviosas se disiparon entre el grupo. Hécate se acercó a Hermès y le dio la daga de Rea, el dios la miró a los ojos, con duda.

—¿Y esto? Yo tengo mi propia arma.

—Pero eres el más rápido de nosotros. Si algo pasa, encárgate de esto.

No muy convencido, Hermès aceptó.

Al llegar al lugar cercano a la playa, se encontraron al demonio. Estaba esperándolos y se mantenía recostado sobre una roca.

—Algo está mal.—Leviathan lo miró desde el cielo.— Está demasiado tranquilo para estar solo.

—A estas alturas, la verdad es que dudo que se encuentre solo.—Dijo Gabriel.

Mientras ellos hablaban, Behemot se levantó y se alzó en los aires hasta estar frente a frente.

—Veo que consiguieron un par de ratas.—Dijo de manera burlona al ver al ángel y a la demonio.

—Y yo creo que ya te haz divertido mucho.—Gabriel se adelantó un poco a los demás.— Tienes dos opciones, bestia. O te entregas y vuelves a estar sellado felizmente en el infierno, o tendré que matarte y tu mana morirá por siempre.

Ante las palabras del ángel, el demonio rió a carcajadas. Su voz era profunda y de cierta forma sonaba con un eco desagradable.

—Si mal no recuerdo, la última vez fallaste en tu misión de encontrarme y sellarme.—Behemot pasó una mano sobre su cabello.— Apuesto a que extrañas bastante a esa humana...¿cuál era su nombre? Oh, si... María.

Hades y Perséfone. ???? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora