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Estaban delante del monje que los miraba esperando que hablasen.

-¿es usted el monje que buscábamos? ¿Tiene usted el ejército que nos hará ganar esta guerra?-preguntó Helge.

-¿tienes tú algo más que no sea la fuerza bruta para resolver los problemas? ¿Tienes la razón para acabar con la vida de simples empleados? Hijo, solo han entrado aquí por ser del credo, no porque yo quiera.

-¿disculpa? Mira, por supuesto que tengo razones para acabar con ellos.

-dime dos pues niño, solo dos.

-Te las daré, la primera, ellos son asesinos, la segunda, destruyeron mi hogar,

-oye te daré dos razones por las que no deberías hacer lo que haces, la primera, ¿son ustedes puros de corazón? No, no lo son, en efecto, son asesinos y responden la violencia con más violencia, la Segunda, el hogar no es el lugar, son los recuerdos, los buenos momentos y la gente.

-¿nos darás el ejército?

-No tengas prisa chico, primero repasa como masacran a la gente que has traído aquí.

La banda puso cara de horror al ver la escena, soldados de los dos bandos caían con frecuencia en escenas de los más grotescas, otros se arrastraban por el suelo entre cadáveres mientras lloraban y oraban por sus familias.

-¡imbéciles! ¿¡Como son capaces de horrorizarse por algo así!? Son ustedes los que atrajeron a esta gente a una redada bestial, míralos madre, se matan solos, me parece divertido ver esto chicos, son ustedes peores que la gente que inicia las guerras, ya sabían que esto iba a pasar, podrían haberse agarrado de la mejor idea que había, esconder a todos y esperar, ¿no fueron ustedes los que dijeron que el credo no era el lugar sino la gente? Es una desgracia ver esto, díganme, ¿cuál es el objetivo del credo, en qué cree?

La banda se quedó callada, no sabían que responder, para ellos el credo solo era un centro de acogida.

-es muy gracioso ver cómo no saben ni qué defienden, saben ustedes algo, el credo es una mentira, su verdadero objetivo es...

El monje no volvió a hablar, cerró la boca súbitamente y su cabeza cayó al suelo después de ser cortada, el cubo cayó y se abrió una puerta en la pared que no estaba antes, de ahí salió en fila india un batallón entero de ¿gente? Sin duda tenían forma humana, pero no eran robots ni humanos, no, eran todos gente como aquellas dos chicas que habían sido sacrificadas el primer día, estaban todos muertos y ahora solo eran Marion estas que servían, con una capacidad sobrehumana también.

Aparecieron de nuevo en el muro y vieron como los soldados masacraban a toda la gente de la agencia de seguridad en segundos, los limpiaron y mataron a sangre fría, no había ni rastro del jefe.

Lejos de allí en la torre de la agencia de seguridad.

-¡mierda! Eso es justo lo que debíamos impedir amigos míos, desplieguen una bomba en El Monte, arrasen con todo,  mi poder no puede cubrir este suceso ya, ellos, ¿sabían ya dónde estaba el ejército? ¿Nos tendieron una trampa?-el jefe de la organización daba vueltas por su despacho.

Su pantalla se encendió y vio cómo caía un proyectil sobre El Monte, empezaron a llegar las llamadas del gobierno y la onu.

-necesitamos explicaciones rápidas, mucha gente pudo haber visto la bomba, ¿ahora qué demonios hacemos?-exclamó el presidente de la onu.

-mejor  les diré lo que podrían haber hecho, podrían haber ayudado a acabar con esa gente envés de lavarse las manos de todo, son ustedes unos completos incompetentes que solo luchan para sí mismos y se lavan las manos del resto, son ustedes como mucha gente que he conocido durante toda mi vida.

-tranquilícese hombre, no queremos que este incidente llegue a mayores, ¿verdad?-el jefe de la onu mostró un botón que tenía sobre su mesa-¿sabe usted a lo que me refiero no? Pues que así sea, no quiero tener que silenciarlo.

La llamada se cortó.

Lejos, en el monte Fuji:

-¿qué fue eso?-el mercenario se dio la vuelta y vio la explosión-No, no puede ser, ¡no puede ser!-saltó entre los árboles y llegó al cráter-¡maldita sea!-mantuvo la distancia por la posible radiación, no era un cráter excesivamente grande, sin embargo, pudo ver el templo destruido parcialmente y descubrió una serie de túneles interconectados.

Soltó la pequeña bolsa de tela marrón que llevaba atada a la cintura y sacó una piedra esférica, usaría su poder.

-creo que esto puede servirme ahora-pensó.

La bandana que llevaba cubriéndole el ojo abrió una superficie circular donde entraba perfectamente la piedra y el hizo lo suyo, colocó la piedra en su sitio y bajó al cráter, radiación 0, ese era el nombre del poder, era bastante peligroso ya que desprendía radiación en un radio de 5 metros pero esta no hacía nada al usuario, había sacado el poder de uno de los laboratorios de la agencia de seguridad que investigaba cómo poder apagar el poder del hombre que lo llevaba, le habían dejado copiarlo sin ningún problema, al igual que muchos otros poderes de gente allí recluida.

Corrió por el cráter que estaba lleno de cadáveres parcialmente destruidos y llegó al templo, sacó unos papeles extraños completamente rígidos que parecían shurikens y tiró uno hacia uno de los túneles, el papel atravesó la parte superior del túnel y siguió bajando, el mercenario desapareció del cráter y apareció en el túnel.

Sus ojos cambiaron de color súbitamente, se volvieron completamente rojos.

-aquí no tienes que fingir ser un caballero Aitor, solo estamos tú y yo, ¿lo has visto? No pudiste ayudar a nadie de nuevo por andar conteniendo a la gente en la parte baja del monte, eres un completo inútil-cayó al suelo, se hablaba a sí mismo, no había nadie más allí.

Procedió a sacar una pequeña cápsula donde había unas pastillas y tomó una.

-sabes quedarte no puedes ignorar mi existencia por siempre hermano, vuelve a mi, ¡vuelve!

Cerró los ojos un momento y le volvieron a cambiar de color, volvieron a su color normal.

Siguió adelante por los túneles un rato hasta que llegó a una sala escondida, allí se encontraba el cadáver de un monje y detrás un hueco en la pared con forma rectangular, como si fuese una puerta.

Entró y encontró un pelotón entero de soldados, estaban en pie, pero parecían dormidos, retiró con cuidado la máscara de uno y lo que vio lo hizo retroceder unos cuantos metros de un salto que lo llevó al lado del monje, sin querer pisó su cabeza, resbaló y cayó al suelo, el soldado era un cadaver en descomposición, seguidamente llamó al jefe de la agencia para pedir explicaciones, no era algo convencional preguntar ni se solía hacer, pero la pareció oportuno preguntar antes de destruir los cuerpos.

-chico, esos cuerpos que has encontrado pertenecen a gente asesinada por el credo, me sorprende que no se hayan activado en tu presencia, destrúyelos antes de que alguien quiera recuperarlos, y si, son soldados completamente funcionales, pero no nuestros soldados, destrúyelos.

Así hizo, los cortó a todos en pedazos y ninguno se activó en el proceso, seguidamente volvió a llamar a su jefe para comunicárselo, el poder que estaba usando se desvaneció por lo que agarró una de las muchas piedras que tenía de Helge.

Se teletransportó hacia la agencia, esta poseía un mecanismo parecido al de los templos, nadie sin autorización entraba.

El credoWhere stories live. Discover now