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En una playa al atardecer, unos niños no podían bajar a la playa porque había un tipo raro con su móvil molestando mientras se grababa para subirlo a las redes.

Por desgracia, ese chico había ido a parar a la playa de la infancia de Helge donde había jugado junto a su hermano cuando era pequeño.

Helge silbó al chico del móvil que lo miró mientras Helge se le acercaba.

-¿me haces el favor de largarte a otro lado? hay unos niños intentando jugar aquí y estás interfiriendo en eso.

-¿y tú quién te crees, ¿el rey del mambo? Que se vayan a otro lado.

-No me queda más remedio entonces, es una pena que sea por la fuerza.

-yo que tú no me acercaba más rarito-dijo el del móvil riéndose-me conocen por mi fuerte poder de fuego.

-felicidades viejo, a mi me conocen por mi fuerte poder de matar estúpidos, ¿comprobamos si funciona contigo?

-te crees mucho, ¡pero no durarás nada ardiendo!-gritó el del móvil mientras lanzaba unas llamas que calcinaron a Helge.

-increíble-dijo Helge quitándose un poco de ceniza del hombro mientras salía del fuego-si que eres un tonto.

El chico viendo que se había librado "por poco" siguió lanzando fuego.

-odio cuando se resisten-murmuró Helge mientras lo golpeaba haciéndolo caer al suelo-tu poder si que es increíble, y yo, después de haber estado tanto tiempo sin uno, ¿me lo prestas? Espera un segundo, ¿Cómo me lo vas a prestar si no puedo tomar los poderes de otro? Que tonto soy.

Un puñetazo, otro, uno más, todo se enrojeció, Helge le arrancó la cabeza de un mordisco, el cadaver se convirtió en Helge y este en Adriel.

Adriel, Helge, Aren, Verónica, Valentina y Asmodeo, todos yacían en el suelo, de la mano y sonriendo, con los ojos bien abiertos, estos sin pupilas y sin iris, estaban completamente muertos.
Lucía, Ricardo y Daniel jugaban tranquilamente al bolleyball, a excepción de lo de jugar, porque estaban muertos.

Aitor estaba allí también, sentado junto a su familia, en un picnic, obviamente también estaban muertos, sus dos compañeros, Petra y Sol también estaban merendando con ellos.

El resto de los grandes de la agencia estaban bañándose plácidamente en el mar, solo que no nadaban, sino que sus cuerpos flotaban sobre el agua, Viper y Xavier ("el jefe") los miraban desde la orilla sin poder ver nada, porque estaban muertos.

Todos los miembros del credo jugaban partidos de fútbol con los empleados de la agencia, los miembros del ejército español, como Azai hacían suplencia a estos, el problema era que nadie estaba jugando, estaban todos muertos también.

El único que si estaba vivo en esta agradable escena era ese hombre ante el que todos se arrodillaron en el pasado, con un cuerpo más físico que nunca, sonreía por todo lo que había conseguido, ¿Por qué debía importarle otra realidad que había manipulado para cumplir su plan?

El credoWhere stories live. Discover now