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-A partir de ahora necesitaré un doble-Dijo el jefe-Es una mejor idea, si él resulta asesinado yo seguiré con vida.

-Recibido, reclutaremos uno cuanto antes señor.

-Viper, saldré a dar un paseo.

-Recuerde disfrazarse, ahora es enemigo del presidente de Japón.

Eso hizo, después de disfrazarse de civil tomó el punto de teletransporte y viajó a la calle en la que vivió de joven, allí había un anciano sentado en una silla que miraba la calle desde su balcón.

El jefe tocó al telefonillo de la casa del anciano-Soy yo-Dijo-Soy Adán.

-Pensé que nunca regresarías, sube.

La puerta se abrió y el jefe subió las escaleras hasta el último piso, ahí lo esperaba el anciano, ambos se recibieron entre lágrimas y con un abrazo.

-Pensé que te habías ido para siempre-Dijo el anciano-¿Para qué viniste?

-Estoy apunto de derrotar al credo, al fin, después de tanto tiempo podré tomar venganza.

-La venganza no es buena, mata el alma y la envenena chico.

-Ellos la mataron, ellos lo buscaron, merecen lo que pase.

-No todos pueden ser malos.

-Te equívocas, estuve investigando, estuvimos en el primer templo, lo sé casi todo sobre el credo, sé lo que hacían.

-En el estado en el que están son incapaces de hacer nada a nadie.

-Lo que no te mata te hace más fuerte, no puedo permitir que revivan, no puedo dejar que vuelvan.

-No quiero hablar de estas cosas, soy viejo para meterme en problemas, siéntate y tomemos un té.

Un tiempo después:

-Jefe, ¿Dónde estuvo-Preguntó Viper.

-Reviviendo viejos recuerdos, intuyó que se avecina algo grande y horrible, algo que acabará con todos.

-Si podemos evitarlo créame que no pasará.

El credoWhere stories live. Discover now