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-me tengo que ir de este sitio, necesito respuestas, necesito avanzar, con esta gente no llegaré a nada nunca-pensó Asmodeo-por un lado es un alivio increíble no tener que enfrentarme a ese tipo, pero tengo que encontrarme a mi mismo, tengo que avanzar y sé cómo.

Asmodeo se encontraba tumbado en su cama, era de noche, se giró hacia un lado donde se encontraba la mesa de noche y encendió su teléfono, podía llamar, lo sabía y llevaba horas dando vueltas reflexionando si lo que estaba apunto de hacer sería correcto.

Finalmente se decidió a llamar, iría el solo, se convertiría en lo que su rival había sido, un cazarrecompensas, para luchar contra el enemigo tenía que entender sus habilidades desde otro punto de vista, el punto de vista del rival.

Entró en sus contactos y llamó, llevaban mucho tiempo esperando su llamada por lo que dudaba de que alguien fuese a aceptarlo.

-Asmodeo, ¿qué pasa? ¿Has decidido unirte al fin a nosotros?

-si, me he decidido a hacerlo y no aceptaré un no por respuesta.

-a si me gusta chico, ¿dónde nos reunimos?

-delante de mi casa, mañana a las once de la mañana, ¿te parece bien?

-por supuesto que si, adiós chico, nos vemos mañana.

-Chao.

-¿a dónde tienes pensado ir listo?-preguntó Daniel que apareció por el pasillo.

-No te interesa, vuélvete a dormir.

-parecía que era algo serio, ¿murió alguien?

-morirás tu como no te mantengas callado, lárgate a dormir de una vez anda.

-que cosa más rara-pensó Asmodeo-¿adónde iba a las... ¡son las siete de la mañana!-Asmodeo se levantó corriendo y se cambió rápido.

Cerró la puerta, lleno dos mochilas con lo que necesitaría para su misión y en lo que las estaba llenando alguien tocó a la puerta.
-hey Asmodeo, te traje tu medicina-dijo Lucía.

-pasa y déjala sobre la mesa porfa, ahora no tengo tiempo.

Lucía pasó y dejó la medicina sobre la mesa, donde le había dicho Asmodeo.

-¿adónde vas?-preguntó Lucía preocupada.

-me tengo que ir, sintiéndolo mucho este ya no es lugar para mi, quiero reencontrarme.

-llévame contigo, te lo pido, te lo ruego, yo tampoco quiero seguir aquí, desde la batalla del otro día y la persecución hacia el credo de forma más seguida no puedo siquiera dormir, llévame contigo.

-adelante, ven si quieres, pero me iré en un momento así que recoge tus cosas rápido.

Lucía salió de la habitación y Asmodeo terminó de llenar las mochilas, cogió una tercera mochila, esta la lleno de comida, una casera de campaña y colgado a un lado de la mochila un saco de dormir.

Asmodeo llamó a Helge que se encontraba solo en su habitación.

-debes entenderlo, y por lo que más quieras, no se lo digas al resto, no quiero que se preocupen por mi, sé que les dolerá que me vaya, pero volveré pronto, en una semana más o menos-obviamente, Asmodeo estaba mintiendo, cosa de la que Helge no se dio cuenta por la determinación el la voz de Asmodeo.

-¿vas solo?-preguntó Helge.

-Lucía quiere acompañarme.

-mírate, aún recuerdo el día que llegaste al templo de Adriel-Helge soltó una lágrima discreta-está bien, dile a Lucía que venga y deja tus cosas aquí.

Asmodeo salió de la habitación y Helge empezó a escribir una nota que enrolló, selló con cinta adhesiva y guardó en una de las mochilas de Asmodeo.

Ahora que Asmodeo no estaba si lloró de verdad, sabía que no podía convencerlo de quedarse o de ir con el, por lo que no le quedaba otra opción que llorar, entendía perfectamente la situación, y sabía también, aunque en el fondo que Asmodeo no volvería nunca más, era un adiós.

Asmodeo y Lucía entraron a la habitación de Helge, Asmodeo levantó las mochilas del suelo y se las cargó al hombro, seguidamente tomaron a Helge de las manos.

-¿adónde el viaje?-preguntó Helge.
-al antiguo templo-dijo Asmodeo.

En una fracción de segundo desaparecieron del lugar y aparecieron delante del templo.

-supongo que es un adiós-Dino Asmodeo,

-si...-Helge quedó pensativo unos segundos en los que hubo un pesado silencio-hermano, gracias por todo lo que has hecho por mi, nunca te olvidaré.

Asmodeo y Helge se abrazaron y lloraron juntos, sabían que era una despedida, era un abrazo de hermanos, un abrazo que no olvidarían jamás.

-siempre te estaré agradecido hermano-dijo Asmodeo separándose de Helge.

Ambos miraron las ruinas del templo, todo estaba vallado por la policía y había un cartel con una señal de peligro.

-odio ver cómo acabó este sitio-dijo Asmodeo.

-yo también.

Asmodeo y Helge se secaron las lágrimas, se miraron de frente una última vez, se despidieron y Helge desapareció para no volver.

El credoWhere stories live. Discover now