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-Creo que ya estoy perfectamente, iré a partirle la cara a ese gigante-Dijo Júpiter con una sonrisa macabra.

En ese momento Agamenón entró en la sala, después de muchas peleas y problemas había conseguido llegar allí, entró cojeando, usaba un palo como muleta y con el otro brazo se cubría la herida que le había hecho el escombro en el estómago, instantáneamente después de verlos sonrió y se desplomó.

Entre Júpiter y Luna lo subieron a una camilla y esta última lo curó rápidamente haciendo que se despertase, tenía todo el uniforme rasgado de arriba a abajo y la mitad de sus heridas se curaron.

-Agamenón, ¿Qué te sucedió?

-Me encontraba peleando contra los amiguitos de Adriel y el desgraciado decidió llegar en ese momento, no sé qué hicieron los otros pero desaparecieron, yo salí volando como un mosquito e intenté llegar lo más lejos posible pero a medio camino me quedé sin energías por lo que tuve que improvisar para llegar hasta aquí.

-Eso es increíble, ¿Cómo va la guerra?

-Tengo buenas y malas noticias, las buenas son que tenemos el control absoluto del puerto, el mar y el acuario, las malas son que el acuario está medio destrozado, iniciaron un ataque por el bosque que se está juntando poco a poco con el de la playa ya que lograron ganar, ahora ellos y los nuestros se están reagrupando para la defensa de la torre, la cosa es que ellos ya no son tantos y creo que podemos ganar.

-¿Sabes algo acerca de los países vecinos? ¿Vendrán a ayudarnos?

-Está confirmado, no vendrá nadie a ayudarnos, casi que prefieren vernos arder y morir.

-Ridículo, son unos hipócritas, se nota que la onu y la Unión Europea son muy amables, nadie viene por nosotros.

-En realidad España se ofreció a mandar tropas para ayudarnos, desde que conquistaron Francia en la guerra se volvieron muy poderosos, pero les negaron la ayuda.

-Entonces es cierto, estamos completamente solos.

-Eso parece.

En el bosque:

La banda disparaba a diestra y siniestra contra los soldados de la agencia, gracias a los poderes de un miembro del credo tenían escudos móviles que dejaban de funcionar cada cinco minutos pero que frenaban bastante metralla.

Su verdadero problema llegó más tarde, cuando Helge vio algo moviéndose entre los árboles.

-Esperen, ¿Qué era eso?

-Ni idea, será uno de esos del escuadrón de caza que tanto nombran.

-Voy a seguirlo, vengan conmigo.

Se teletransportaron junto al sujeto que de la sorpresa cayó al suelo, saltaron a su lado y entonces lo reconocieron, la persona que tenían delante era Asmodeo.

-¿Hermano?

-¿Helge?

-Pensé que quizás habías...-Comenzó a llorar y lo ayudó a ponerse en pie, el resto hizo lo mismo.

-Yo no morí, de verdad que lo siento.

-¿Lo sientes? ¿Qué sientes?

-Tuve que unirme a ellos, perdón.

-¿Unirte a ellos? ¿A la agencia?

-No tuve otra opción, ahora ustedes son mis enemigos.

-Nosotros no somos tus enemigos, somos tu familia.

-Si lo son, y me disculpo por ellos, el credo no tiene oportunidad de ganar, ustedes van a morir solo que no seré yo quien los mate, todo acabará pronto... muy pronto.

Asmodeo se fue de allí, Helge intentó seguirlo teletransportándose pero fue golpeado y cayó.

-¡Vuelve!-Gritó, pero no obtuvo respuesta.

El credoWhere stories live. Discover now