14. A la luz de la luna

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-¿Natalia? ¿Qué mierdas haces aquí? ¿Es que tú nunca entiendes?-.

Mierda. Esto es malo. Podría ser sólo un poco menos intenso si Natalia decidiera no poner a prueba la paciencia de Javier.

-El hecho de que seas mi padrastro no significa que puedas controlar cada aspecto de mi vida, idiota. Puedo venir a Optopus Thory cada vez que yo quiera-.

Cierra la boca, joder.

-¿Puedo saber qué diablos hacen ustedes dos aquí? -Pregunta Noemi cruzándose de brazos-.

-Eso no te incumbe, imbécil. -Espeta Natalia-.

-Creo que ya hemos tenido suficiente de estas cosas por hoy. -Dice Javier. -Podría ser la policía quien se encargue de estos asuntos. La academia Optopus Thory es propiedad privada, después de todo-.

-Sí. -Intervengo. -Apuesto que la policía le encantará saber que eres un malnacido que pega a su hijastra-.

-De nuevo con esa mentira, Reche...-.

Me ofende un poco el hecho de que Noemi decida no intervenir para ayudarme a salir de este embrollo, pero igualmente no puedo darme el lujo de parecer débil en estos momento. No me importa que Javier venga hacia mí como haría un perro rabioso y agresivo. Así como tampoco me importa ese empujón que él me da por los hombros para hacerme retroceder. Enfurecida, Natalia levanta una mano con intención de atacar y exclama:

-¡Ya basta! ¡Déjala tranquila!-.

Pero Javier es mucho más veloz para evitar la inminente bofetada, sujetando la mano de Natalia con fuerza y tirando de ella hasta que escuchamos los huesos crujir.

Esto ya ha ido demasiado lejos.

Sólo agarro la mano buena de Natalia con fuerza para invocar a mis poderes.

Retrocede, Alba... Retrocede...

Retrocede...

¡Oh, mi cabeza!

-Albi, tu nariz...-.

Tengo que negar con la cabeza para que Natalia deje de preocuparse, aunque eso sólo sirva para aumentar el dolor. Sé que he ehcho un buen trabajo, pues el conejo de Sabela ha vuelto a su jaula. Tal parece que únicamente puedo traer conmigo a quienes están tocándome directamente. Y la alarma contra incendios aún se escucha. Tenemos sólo unos cuantos segundos para escapar.

Siento que voy a desmayarme... ¡Resiste, Alba...!

-N-Nat... Tengo que salir de aquí...-.

Ella asiente. Puedo notar que su mano está ligeramente adolorida, pero eso no le impide estar en acción. Mientras yo cojo al conejo de Sabela, Natalia se encarga de abrir una de las ventanas del despacho. Me agarra de la mano para llevarme consigo. Y así, al mismo tiempo que la alarma de incendios deja de escucharse, nosotras nos escabullimos a través de la ventana.

Es un poco difícil mantener el equilibrio en circunstancias como estas, cuando el mareo es tan intenso que hace que todo a mi alrededor comience a girar sin parar. Pero también es en estos momentos cuando una persona puede confiar más en el instinto de supervivencia. Cuando debes escapar, nada más importante.

-Vamos hacia ese árbol, Albi-.

La oscuridad es lo único que nos ayuda a pasar desapercibidas, aunque también puede ser que eso sea lo que nos condene si damos un paso en falso. Sin embargo, el árbol está cada vez más cerca. Natalia es la primera en detenerse, sólo para saltar y llegar a una de las ramas. Debe trepar como un simio, aferrándose con todas sus fuerzas. YO hago otro tanto, y es ella quien me atrapa. Ambas saltamos hacia la rama inferior que a su vez nos concede al suelo. El conejo de Sabela ya debe estar sobrecargado de adrenalina.

Nefelibata 「Albalia」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora