21. El Ángel

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Creo que he contado la historia del tornado mil veces desde que tuve esa maldita visión que me llevó a esto. Y tal vez si no estuvieran sucediendo todas esas cosas con el clima y los animales, Sabela habría pensado que estoy realmente loca.

Y puede que eso último sea cierto.

De alguna manera hemos terminado recostadas en su cama, con las luces apagadas. Sabela ha sido considerada conmigo al no encender ese porro de hierba que está esperando pacientemente en el escenario. Estoy segura de que si lo hiciera, si encendiera ese porro, yo habría estallado en llanto nuevamente. Después de todo, es lo mismo que Natalia solía hacer en su habitación antes de terminar conectada a una máquina.

Las horas pasan. Mi teléfono no ha dejado de recibir llamadas y mensajes de Miki y África. Tan es así que he tenido que apagarlo. Aún cuando se supone que en esta realidad somos inseparables, no puedo olvidar todo lo que yo recuerdo que ellos han hecho. Es como si alguien me pidiera que le tenga cariño o admiración a Javier por conducir el autobús, mientras yo sé que él ha pegado a su hijastra y de alguna manera está relacionado con Miki.

Hablar con Sabela realmente me ha ayudado a sacar todas esas cosas que mantenía ocultas. También ha tenido consideración para dejarme hablar sin interrumpirme en ningún momento. Pero al terminar el relato, nos sumimos en el silencio sepulcral que comienza a aplastarme. Realmente quisiera que Sabela en algún momento volviera a vestirse de la misma manera que recuerdo .Que sacara a su conejo de alguna parte para abrazarlo o que comenzara a tocar el violín. Pero no parece tener intenciones de hacerlo. A decir verdad, no veo el violín por ninguna parte.

Me alegra tener a Sabela a mi lado, pero también me aterra pensar que la he transformado tanto que ha perdido esa esencia que la convertía totalmente en Sabela Ramil.

-Así que... ¿Hace cuánto que lo sabes?-.

Al fin habla, con el mismo tono de voz de alguien que comienza a atar cabos.

-Hace unos días-.

-Aquí también ha nevado... El clima se ha vuelto loco. Cuando sucedió el eclipse, por un momento comencé a creer que el mundo estaba terminando. Y luego vi a los pájaros, a las ballenas... Te aseguro que mientras conducía hacia la playa, vi que un grupo de perros callejeros se lanzaban al agua y se iban nadando hasta lo más profundo. Parecía ser una misión suicida-.

-Y lo que sucede en esta realidad también es culpa mía-.

-No puedes adjudicar la responsabilidad por lo que sucede aquí. Si tú no perteneces a esta realidad, la culpa no debe posarse sobre ti-.

-Eso sería agradable, si no fuera que lo que ha pasado con Natalia realmente ha sido culpa mía-.

-Me cuesta un poco imaginarme que Natalia Lacunza pueda ser Punk. Eso no tiene nada que ver con la Natalia que yo conocí-.

-Bueno, tú tampoco pareces la Sabela que yo conocí-.

Ambas sonreímos.

De repente, parece que todo está bien... Aunque sé que no lo está.

-¿Sabes, Alba...? Tengo que admitir que me cuesta un poco creer que tú eres esa misma chica que me llevó a la fiesta del club Vikingos. Pareces... Pareces que eres una persona distinta-.

Soy una persona distinta.

Yo jamás habría hecho semejante cosa.

-Sabela... ¿Qué pasó en la fiesta?-.

Ella suspira y me mira durante una fracción de segundos. En sus ojos no hay ningún atisbo de tristeza ni parece estar al borde del llanto. A decir verdad, sólo puedo ver ira.

Nefelibata 「Albalia」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora